Tradicionalmente nos contratan para hacer un determinado trabajo en un horario laboral concreto. Ocho horas de lunes a viernes es lo más habitual, aunque esto se ha flexibilizado mucho en los últimos años. Además el objetivo es conseguir que nuestro rendimiento sea el mejor posible, mejorar nuestra productividad, algo que no se ha medido adecuadamente en muchas empresas. Esto choca con el concepto e implantación del teletrabajo, no por cuestiones técnicas sino más bien organizativas de las empresas.
Una de las primeras dificultades que se encuentran las empresas cuando quieren implantar el teletrabajo como una opción para conciliar vida laboral y personal, para disponer de un par de tardes a la semana para trabajar desde casa, por ejemplo, es ¿cómo se yo que esta persona está trabajando?
El presentismo, una lacra para la productividad
Y es que el problema está en la organización del trabajo. ¿Sabemos qué tareas o cuántas puede hacer un empleado en su puesto de trabajo en una hora? La mayoría de las empresas lo desconocen, por eso es muy complicado medir si en su casa han estado trabajando o no.
Normalmente el baremo de control ha sido cumplir con el horario laboral, es más, se premiaba en muchas empresas a aquellos empleados que se alargaban el horario, por lo general hasta que se marchaba el jefe, mientras que aquellos que habían terminado su trabajo en el tiempo previsto eran sospechosos de no estar comprometidos con la empresa.
De esta forma se ha ido premiando a aquellos que hacían las mismas tareas en un tiempo mayor, pero que dedicaban también una parte de su jornada laboral a labores de relaciones públicas, por decirlo de alguna manera. Ahora cuando se pueden implantar este tipo de opciones, donde uno trabaja desde casa, para muchas empresas es complicado cambiar este modelo de organización.
No estoy hablando que el teletrabajo tenga que ser para todas las empresas ni para todos los empleados. Por ejemplo, el comercio tiene unas horas en las que debe estar abierto, sin importar si entran o no muchos clientes. No todos los puestos de trabajo serán igual de productivos y aunque algunas tareas se realicen en las horas valle, habrá siempre ratos de poca faena.
La organización del trabajo, una tarea pendiente
Es importante que tengamos herramientas con las que poder medir lo que ha producido cada empleado, que se incentive y se premie a aquellos que hacen más, que consiguen organizarse mejor, ser más efectivos, tanto si realizan su trabajo en casa como en la empresa.
De esta forma además tendremos claro qué tareas realiza un empleado a lo largo de un mes, en una semana y a la hora. Además veremos cuánto nos cuesta y si necesitamos mejorar nuestra productividad para ser más rentables o no.
Al final a mi no me importa si en su casa ha estado ocho horas delante del ordenador, diez o seis, sino que este día que no ha acudido a la oficina a trabajar ha cumplido con las tareas que se le encomendaron. Al final, cada uno es autónomo para organizarse en casa, tanto en horarios como en capacidad de concentración, que no es sencilla. Por eso habrá empleados para los que el teletrabajo será una ventaja, pero otros que tardarán incluso más tiempo en hacer lo mismo que si estuvieran en la oficina.
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