Uno de los problemas de muchos autónomos es que la rentabilidad de la hora trabajada no es suficiente. Lo cierto es que el coste de la hora facturada debería dejar un buen beneficio, pero si echamos cuentas a final de mes las cuentas no salen. Suele ocurrir cuando estás cobrando mal el coste por hora a tu cliente.
Porque hay muchas horas que no se facturan. Aquí radica una parte importante del problema. El tiempo de arranque del proyecto, las horas que hemos dedicado a hablar con el cliente, reuniones que nos han llevado mucho tiempo, etc. La consultoría previa que muchas veces se hace para captar al cliente, pero que luego no se repercute en la factura final.
Horas dedicadas vs. horas facturadas
A esto hay que añadir los cambios finales, que no suelen estar presupuestados antes, se hacen después y no se cobran ni antes ni después. Y también nos roban mucho tiempo. Por eso ya sea que se facture por horas o por proyecto, es importante estimar bien las horas que nos vamos a dedicar al mismo.
Más para los autónomos y las pymes, puesto que esto tiene un coste de oportunidad importante. Mientras estamos todavía enfrascados con las últimas, y a veces contradictorias, peticiones de nuestro cliente no podemos iniciar un nuevo proyecto ni comenzar a facturar. Lo que se convierte en un problema.
Y esto supone también que nuestro soñado horario de 8 horas como autónomo se dispara. Y no por la parte empresarial, de gestión, fiscal, etc. sino porque acabamos trabajando las horas que no hemos facturado y robando de nuestro tiempo libre. Y esto a medio plazo no es sostenible.
Hay que tener en cuenta otros factores. No se cobra por el tiempo, se cobra por un conocimiento profesional. No se trata de cuanto tardamos, sino de que nuestra experiencia nos permite hacerlo de forma más o menos ágil. Además si ya tenemos una reputación, nos conocen y saben que respondemos, esto también se cobra. Seguramente habrá presupuestos más baratos, pero ¿acabarán haciendo bien el trabajo?
Al final el cliente ve una cifra que tiene que pagar. Un presupuesto alto puede ser muy barato si se ejecuta bien y en el tiempo previsto. Por el contrario, el presupuesto más bajo puede salir muy caro si al final el resultado no es el que el cliente necesita. Y esto acaba por ser un lastre durante años.
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