Este año se celebran en España hasta cuatro elecciones importantes. Los grupos políticos, sabedores de la importancia de comenzar a captar desde ya el voto de los ciudadanos, han comenzado a desgranar sus programas políticos y económicos en una especie de competencia por presentar la mejor propuesta o la que más satisfaga a sus ciudadanos.
La propuesta estrella de uno de estos partidos políticos, Ciudadanos, es la implantación de un contrato único que serviría para eliminar la dualidad en el mercado de trabajo, uno de los problemas que más aqueja al mercado laboral español. Muchos colectivos se han mostrado en contra de esta propuesta justificando que supone un abaratamiento del despido pero, ¿es cierta esta afirmación?
Se trataría de un contrato indefinido con indemnización creciente con el tiempo. Aunque todavía ningún partido político ha profundizado en cómo se articularía esta propuesta, en teoría se podría llegar a los 34 días por despido improcedente que rigen en la actualidad para los contratos indefinidos, con lo que no se precarizaría el trabajo. Es decir, que se implante un contrato único no significa que se vaya a abaratar el despido ni, desde luego, es equivalente. Se trata de adoptar un sistema de protección intermedio y único para todos, donde el nivel de protección podría ser menor, igual o superior al actual.
Tengamos en cuenta, por un lado, que en España, hasta hace dos años, coexistían hasta 41 modalidades de contratos de trabajo diferentes, cada uno de ellos con características muy diferenciadas y con costes muy distintos. Esta maraña contractual provoca una estructura dual en el mercado de trabajo, sin parangón en Europa y que genera abundantes problemas y divide a los trabajadores en dos grupos diferenciados, los de primera y los de segunda. Entre estos últimos se encuentran colectivos vulnerables muy concretos, como las mujeres, personas mayores de 45 años, inmigrantes y, muy especialmente, jóvenes.
Evidentemente, el contrato único no es la panacea y una ley que regule los contratos de trabajo en la buena dirección no servirá para eliminar las distorsiones actuales en el mercado de trabajo, al menos en el corto plazo; mientras las empresas no cuenten con el músculo financiero suficiente como para contratar de manera indefinida, lo que pasa por una reconstrucción profunda del tejido empresarial español cosa que, en la actualidad, está lejos de producirse, los desequilibrios laborales seguirán persistiendo.
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