En contabilidad, una situación de suspensión de pagos se produce cuando la empresa no puede hacer frente a una parte importante de sus pagos a vencimiento, bien sea con proveedores, nóminas, cuotas, etc. y por cualquier motivo, como por ejemplo un desajuste en sus plazos de cobro o pago.
Sin embargo, una situación de quiebra se produce cuando el valor en libros del activo es inferior al valor de las deudas contraídas con terceros, dando como resultado una cifra de patrimonio neto negativa motivado por pérdidas reiteradas a lo largo de los diferentes ejercicios.
La diferencia fundamental radica, por tanto, en la naturaleza del problema. Mientras la suspensión de pagos se debe a un desajuste en la tesorería de la empresa y constituye, por tanto, un problema de liquidez, la quiebra va mucho más allá y puede dar lugar a una causa de disolución de la entidad, siendo un problema, por tanto, de solvencia.
Una empresa puede estar en suspensión de pagos si maneja fondos de maniobra negativos y su tesorería no es suficiente para satisfacer los préstamos a corto plazo o el pago a proveedores, por ejemplo, pero esto no significa que la empresa se encuentre en quiebra técnica.
Del mismo modo, es posible que una situación de quiebra técnica no esté acompañada de una situación de suspensión de pagos puesto que, aunque el fondo de maniobra fuese positivo, el valor de los activos es inferior al valor de la totalidad de los pasivos.
Se trata, por tanto, de situaciones financieras diferentes que requieren soluciones diferentes. Mientras que la suspensión de pagos es un problema de liquidez que podría solucionarse, por ejemplo, con una refinanciación de las deudas o una modificación en el período de pago a proveedores, la situación de quiebra técnica es un problema de solvencia que se podría solucionar mediante un aumento de capital.
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