En un porcentaje muy alto, los empleados no creen que tengan la oportunidad de hacer mejor su trabajo. La explicación más común es que su jefe está demasiado ocupado haciéndolo por ellos.
A medida que los líderes se elevan en las organizaciones, tienen una fuerte tendencia a aceptar el trabajo que les hizo sentir exitosos junto con ellos.
Como consecuencia, deja a los subordinados directos condenados a no tener impacto, sintiendo menos satisfacción por su trabajo y forzados a trabajar por debajo de su rol.
Si sientes que tu jefe está demasiado involucrado en tu trabajo y no eres al único a quien le pasa, lo que no implica que, por el hecho de que sea común no significa que tengas que aceptarlo.
Si bien la idea de enfrentarte a tu jefe puede parecer intimidante, los resultados pueden ser más prometedores de lo que piensas. Debido a que la mayoría de los líderes, especialmente aquellos que ocupan puestos más altos en las organizaciones, no reciben un gran feedback de las personas que están a su cargo.
Para saber por qué ocurre la situación conviene realizar una prueba de conciencia aclarando las expectativas. Comienza por estar alineado con sus expectativas. Pide a tu jefe que te calrifique qué contribución esperan de tí y cuál es el alcance de su función.
Si su respuesta sugiere un alcance mucho más limitado de lo que entendiste que tu rol implicaría, entonces la conversación que necesitas comenzar es acerca de las expectativas desajustadas acerca de cuál es realmente su trabajo.
Lo importante es compartir por qué sientes que tu desempeño es más restringida de lo esperado y por qué no te permite crecer y contribuir a su máximo potencial y satisfacción.
Otra opción que se puede presentar es que tu jefe se sienta decepcionado con tu desempeño, para resolverlo, hazle saber que deseas sobresalir en el trabajo y te preocupa que la única manera de hacer el trabajo es que lo haga él mismo. Pídale a su jefe que considere ofrecerle retroalimentación y entrenamiento cuando su trabajo no cumpla con las expectativas, en lugar de intervenir y haciéndolo el mismo por tí.
Cuando un jefe está demasiado invasivo puede acabar por dañar y comprometer el desempeño del equipo. Aunque sus intenciones pueden ser buenas, como tratar de ser útil, demostrar un valor tangible o contribuir y ayudar, las consecuencias no deseadas superan con creces cualquier ayuda que ofrezcan.
Aún así no se puede pasar por alto que todos los jefes disponen de un nivel legítimo de participación, tal es el caso, de la necesidad de mantenerse informados. A veces pueden ofrecer experiencia adicional para fortalecer los resultados. Cualquiera que sea el motivo, negocia con tu jefe para encontrar un nivel de participación mutuamente satisfactorio y razonable que satisfaga sus dos necesidades.
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