La nueva convocatoria de elecciones provoca que se aplace de nuevo una serie de decisiones que tienen que tomarse para dar un impulso a la economía y poder afrontar la nueva situación de desaceleración económica en mejor situación. Lo más importante es el aplazamiento de los presupuestos y algunas reformas que ya son urgentes y afectan a autónomos y empresas.
Podemos empezar por tener en cuenta la cotización por ingresos reales de los autónomos. Una vez más, si tenemos en cuenta que la intención era que entrara en vigor en 2019, en 2020 seguiremos como hasta ahora, con la subida prevista, pero sin cotizar por lo que realmente se genera. Tampoco se abordan temas como los autónomos a tiempo parcial o una regulación de las relaciones laborales que puede generar los nuevos modelos de plataformas digitales.
Demasiadas reformas se quedan en suspenso
Otro de los afectados será el sistema de módulos. En este caso será positivo para aquellos que están dentro de los límites actuales, dado que la formación de Gobierno, por muy rápida que sea prácticamente imposibilita definir los nuevos límites, más bajos que los actuales. El sector del transporte, que sería uno de los más afectados, tendrá un nuevo año de prórroga.
La tarifa plana también necesita una vuelta de tuerca. Hoy en día no es una medida tan efectiva como hace unos años. No se trata de erradicarla, pero si se pone en marcha la cotización por ingresos reales ya no tendría tanto sentido. Debería darse apoyo a los autónomos con una mejor fiscalidad en sus primeros años hasta que sean capaces de consolidad sus empresas y no tanto con cotizaciones a la Seguridad Social.
Es momento de promesas electorales, que luego se cumplan ya es otra cuestión
Además hay cuestiones vigentes que es necesario reformar. Las deducciones de las dietas de los autónomos, prácticamente inaplicables para el colectivo o la broma de los suministros para los profesionales que trabajan desde casa son dos ejemplos como no basta con legislar, hay que hacerlo bien para no crear incertidumbres.
A esto hay que añadir el clima de inestabilidad política que muchas veces frena inversiones. Pongamos un ejemplo, ¿qué empresa que tenga que renovar su flota de vehículos lo va a hacer antes de saber qué fiscalidad tendrá el diesel en los próximos años? Las decisiones se posponen hasta saber el color del nuevo Gobierno.
La reforma laboral y el nuevo estatuto de los trabajadores también quedarán pendientes. Estos temas además no son de los que se llega un acuerdo rápido entre los diferentes grupos, si como todo indica no existirán mayorías absolutas. En el mejor de los casos se aprobarían al final de la legislatura, dentro de tres o cuatro años. Tarde, quizás demasiado tarde.
Por último un tema que afecta a todos aquellos que van a jubilarse en los próximos años, la reforma del sistema de pensiones para hacerlo sostenible a largo plazo. El Pacto de Toledo acabó sus reuniones sin acuerdo. Y si hacemos caso a la tendencia en Europa todo indica que la parte que le toca pagar al trabajador se vería aumentada. Es una cuestión bastante compleja y a la vez urgente como para seguir dilatando esta cuestión.
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