Cuando trabajamos en movilidad siempre buscamos dispositivos ligeros, que sean pequeños y fáciles de transportar, pero a la vez que tengan la autonomía necesaria para no estar siempre con el cargador en la mano. Si hablamos de tablets o portátiles, ¿qué autonomía necesitamos en la empresa?
Porque el objetivo sería acabar una jornada laboral sin recargarlos, pero para ello lo primero que deberíamos medir es ¿cuánto tiempo pasamos a lo largo de un día trabajando con el tablet o el portátil? Porque muchas veces simplemente vamos de un lado a otro, y tardamos más tiempo en el desplazamiento de un cliente a otro de lo que luego utilizamos el dispositivo.
También depende de si vamos a trabajar en casa del cliente o vamos a movernos de un lado para otro. Si sólo queremos el portátil para llegar a las oficinas de nuestro cliente y conectarnos a un enchufe y ponernos a trabajar, la autonomía es secundaria.
En todo caso es un aspecto que no se suele tener en cuenta y sobre todo en los equipos de gama media baja, tienen una escasa autonomía, con portátiles con poco más de dos horas de autonomía o tablets que no aguantan una jornada de trabajo. Además que con el tiempo los valores iniciales disminuyen y al final el portátil no nos aguanta como se retrase el embarque del avión que tenemos que coger.
Si buscamos portabilidad y que los equipos sean ligeros y manejables tal vez deberíamos añadir a este criterio de tamaño y peso de las fuentes de alimentación, el tiempo de recarga de los dispositivos, o la autonomía que nos permiten para trabajar sin depende de un enchufe.
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