El escenario económico que se dibuja para el próximo otoño no tiene nada que ver con el que nos imaginábamos en 2021. La crisis energética y la inflación lo han cambiado todo. Y se abre un escenario muy incierto, donde no sabemos realmente como va a evolucionar la economía y las previsiones de facturación de muchas empresas están empezando a saltar por lo aires. Porque el frenazo en la contratación no es la peor noticia para las empresas, lo será cuando empiecen a despedir en otoño.
Ya hemos visto como son precisamente empresas tecnológicas las que han echado el freno en la contratación de nuevos perfiles. Precisamente en un sector donde un empleado tiene una curva de aprendizaje alta y en muchos casos para que desarrolle el 100% de su potencial se necesita tiempo. Pero ahora mismo las empresas prefieren mantener unos costes de operación más bajos a pensar en el futuro.
Crisis energética, inflación y un futuro incierto a medio plazo
Hay varias cuestiones que afectan a la facturación de las empresas. Empezando por la crisis energética, que ha hecho que los costes de muchas compañías se disparen. Y no siempre se puede repercutir toda la subida a los clientes. Las empresas suelen adsorber una parte contra sus propios márgenes, al menos durante un tiempo.
El problema es que el tiempo se acaba y se acaba por subir los precios un poco más. De una cuestión circunstancial, un aumento temporal, hemos pasado a una establecimiento de precios altos en combustible y energía y se va a mantener así durante bastante tiempo.
La previsión de beneficios en las empresas ha cambiado desde principios de año hasta ahora. La facturación puede que suba, por lo han hecho los precios, pero con menor margen de beneficio. Y a esto le tenemos que sumar el efecto de la inflación en los salarios.
Pacto de rentas, la asignatura pendiente
Los trabajadores demandan actualización de sus salarios para no perder poder adquisitivo. Esto supone un aumento de los costes laborales para las empresas, que también acaba por limitar sus beneficios. La consecuencia más inmediata es el frenazo a la contratación.
Pero si no somos capaces de llegar a un acuerdo para frenar la subida de estos costes laborales, lo más probable es que muchas empresas empiecen a pensar en despidos, más pronto que tarde. Esos contratos indefinidos que se han firmado y no tienen mucho tiempo son los que están más en el alero.
Porque ahora en verano en España vivimos realmente un espejismo debido al turismo. La mayor parte de los visitantes extranjeros viajan con touroperadores, que contratan los paquetes turísticos con hoteles, compañías aéreas, etc. con mucha antelación. Dicho de otro modo, no se han visto afectados por las subidas de precios.
Pero llega el invierno, restricciones en la energía, suben los tipos de interés y las empresas empiezan a tener miedo. Y esto ya sabemos lo que supone. Dejar de invertir, dejar de contratar y sobre todo, un menor crecimiento económico que ya no va a salvar ni la llegada de los fondos europeos que no van a tener el impacto esperado ni de lejos.