Me han subido el sueldo en 2022 pero pierdo poder adquisitivo y todavía me puedo considerar afortunado
La inflación impacta de forma muy importante en la cuenta de resultados de muchas empresas. Sin embargo, no son las únicas que lo sufren. También lo hace en los trabajadores. Muchos de ellos han tenido revisión salarial, pero a pesar de todo, se da el caso de empleados que tienen subida de sueldo en 2022 pero pierden poder adquisitivo.
Muchas de las subidas o revisiones salariales están pactadas por convenio. Estos acuerdos se realizan con años de antelación y se plantearon en un escenario de inflación que podía rondar el 2%, después de unos años incluso de encontrarnos sin subida de precios.
La previsión incumplida que nos hace perder poder adquisitivo y el pacto de rentas
Las subidas medias aplicadas en el mejor de los casos podrían rondar un 3 o un 4%. Según datos del Ministerio de Trabajo, que reflejaba que los sueldos sólo han crecido en lo que va de año un 2,56% y es el mejor dato de los últimos años.
Con estos datos lo que está claro es que no se necesitaría un pacto de rentas, porque no son los salarios los que están haciendo que la inflación se dispare. Pero la realidad es que muchos trabajadores y sus representantes saben que no pueden pasar otro año igual perdiendo capacidad adquisitiva. Y los nuevos convenios tienen que recoger esa realidad.
Dos o tres años con este balance impactan de forma notable en su salario haciendo que ganen menos y cubrir sus necesidades básicas sea mucho más complicado. Además, el hecho de que se vaya a subir también el SMI hace que por efecto rebote el resto de empleados pidan que sus sueldos suban en igual medida.
Incluso en los salarios pueden existir otros conceptos con los que se pierda poder adquisitivo. Los cheques restaurante que algunas empresas facilitan a los empleados ya no cubren el coste del menú diario por el incremento de precios que han sufrido. La compensación que ofrecen si utilizas el coche particular para cuestiones laborales, el kilometraje, seguramente queda muy lejos de lo que antes se recibía por el fuerte incremento de los carburantes.
Solo hay un pequeño resquicio a la esperanza, las previsiones económicas pronostican que en el último tercio del año habrá una moderación de los precios, no porque bajen, sino porque en la comparación con el mismo mes del año anterior la diferencia será mucho menor ya que fue el momento en que se empezó a disparar la inflación.
Para las empresas supone que los costes laborales también suben. Una partida más que se incrementa y que afecta a sus márgenes. Que la cifra de facturación sea más alta no implica que se gane más dinero, puesto que todos los costes asociados han aumentado. Puede darse el caso de que suba la facturación pero merme el beneficio empresarial. Sobre todo en las más pequeñas que tienen menos margen de maniobra.
La subida de impuestos asociada al hecho de ganar más dinero
Por último hay una cuestión que erosiona la capacidad adquisitiva de los trabajadores a nivel impositivo. Hace ya demasiados años que no se han revisado las tablas que marcan el IRPF que tenemos que pagar en función de nuestros salarios.
Si ha subido la inflación, nos han revisado el sueldo, pero acabamos por seguir ganando lo mismo, pagaremos más impuestos. Lo que significa que tendremos menos dinero en nuestro bolsillo.
Y esto es algo que notan especialmente aquellos cuyos salarios son revisados con incrementos importantes, incluso aunque tengan clausulas de revisión salarial, acaban por tener un descenso en su nivel adquisitivo. Un escenario para el próximo otoño y para 2023 muy complicado para empresas y trabajadores, donde llegar a acuerdos va a ser más difícil si tenemos en cuenta que también será año electoral.