La semana laboral de cuatro días acabará llegando, pero solo para unos pocos elegidos
Llevamos ya tiempo con el planteamiento de la semana laboral de cuatro días encima de la mesa. Lo que se debate es cómo reducir el tiempo de trabajo, que lleva más de un siglo instaurado en 40 horas semanales, sin que esto afecte a la productividad ni al salario final que perciben los trabajadores. Es decir, que todas las partes salgan ganando. Y es que tarde o temprano acabará por implantarse la semana laboral de cuatro días, pero el riesgo es que al final solo se aplique a élites y funcionarios.
Porque hasta hace muy poco los empresarios y sus representantes calificaban el debate como una ocurrencia electoralista. Pero poco a poco se muestran abiertos a negociar en diferentes sectores. Una buena parte de los partidos políticos ya llevan medidas para su fomento en sus programas electorales. Esto implica que tarde o temprano acabarán por imponerse, la cuestión es cómo lo hacen y cuándo.
En Europa se están poniendo en marcha diferentes programas pilotos
El debate del tiempo de trabajo no es solo una cuestión nacional. En Europa ya se han planteado diferentes iniciativas. Una de las más importantes se ha puesto en marcha este mes de junio en Reino Unido. Implica a más de 3.300 trabajadores de diferentes sectores, desde el financiero a pequeños negocios de hostelería. Significa trabajar cuatro días, sin reducción de jornada, pero manteniendo el compromiso de la misma productividad. Estará seis meses en marcha y en función de los resultados se extraerán conclusiones.
No es el único lugar. En Alemania las negociaciones entre sindicatos y patronal han llevado al sector automovilístico, uno de los más potentes, tecnificados y productivos donde ya se trabajan 35 horas semanales y se permite pasar a 28 horas, un 20% menos de tiempo, con una reducción del salario del 12%. Esto implica que se trabajan siete horas cuatro días a la semana. En cualquier momento es posible volver al empleo a tiempo completo.
En Bélgica el modelo propuesto de semana de cuatro días, pero sin reducción de tiempo de trabajo. Es decir, se trabajan cuarenta horas pero que se concentran en cuatro días. En este caso no hay reducción de salario. Otros países como Francia, donde la jornada laboral de 35 días lleva años implantada tienen más fácil dar el salto, ya que la reducción del número de horas sería mucho menor.
La cuestión es que se trata de una medida con amplio consenso social, por mucho que las empresas y sus representantes no acaben de verlo del todo claro. Especialmente en España, donde el número de horas que se trabaja está por encima de la media europea, y sin embargo la productividad está por debajo de dicha media.
Según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España ocupa el décimo puesto en la lista de países de la UE en los que más horas se trabaja, y el vigésimo de entre los 36 país de la OCDE, con 1.686 horas anuales, frente a las 1.386 horas de Alemania.
La semana laboral de cuatro días en el país de la baja productividad
Y este es uno de los aspectos claves para que todas las partes salgan ganando, tanto trabajadores como empresas. Conseguir hacer en cuatro días el mismo trabajo que en cinco. Es lo que se conoce como modelo 100 - 80 - 100, 100% de salario, 80% de tiempo trabajado, 100% de productividad.
Los datos de Eurostat para España registran una productividad del 98,7% respecto a la media europea (donde 100% es la media); mientras que en Alemania se sitúa en el 103,2%, más de cuatro puntos de diferencia. Esto supone un inconveniente para implantar la semana laboral de cuatro días según el Ministro Escrivá, pero debería ser lo contrario.
Pueden ser más si como afirma Yolanda Díaz hay muchas horas extras que ni se registran, ni cotizan, ni se pagan. Según los cálculos del INE hablaríamos de más de 6.000 horas extras semanales, 3.000 de ellas no se pagarían. Esto haría que la productividad fuera todavía mucho más baja.
Se asume que se puede trabajar mejor para hacer que los mismos resultados se puedan obtener con un menor número de horas trabajadas. El problema choca de lleno con los horarios comerciales extensos en un país donde el sector terciario tiene un peso muy importante.
Los programas pilotos en España con apoyo público
El principal temor de la empresa es que esta medida les cueste dinero. Por eso España ha apostado por implantar programas pilotos que tengan apoyo público. De esta forma se permite mantener intacto el salario de los empleados durante varios años mientras se consolida la medida y se mide la productividad y rendimiento de plantillas con jornada laboral de cuatro días.
El más ambicioso en este sentido es el programa piloto valenciano, que financiará con hasta 9.000 a cada trabajador durante el primer año, una cantidad que se reducirá a la mitad en sel segundo año y a un cuarto en el tercero. La lógica indica que si se mantienen los resultados empresariales, si se mejora la productividad, los salarios no deberían sufrir mermas.
Además esta medida puede tener una variable importante para los trabajadores, una reducción de los gastos en desplazamiento importantes, especialmente si elegimos el vehículo privado para desplazarnos al trabajo. También si tienen que comer fuera de casa, ya que tienen un día menos.
El debate de las 35 horas semanales que quedó solo para funcionarios
El principal problema es que tras estos programas pilotos esta jornada laboral aumente la brecha entre diferentes sectores que la apliquen y otros que no. El ejemplo lo tenemos con la reducción de la jornada a 35 horas propuesta ya desde hace años. Al final se aplica únicamente a unos pocos sectores, la mayoría de ellos públicos.
Y hay sectores, donde se asume que la jornada empieza a una hora y estás hasta que se acabe el trabajo, pero en otros se llevan los horarios de forma estricta. Esto crea una gran diferencia entre trabajadores que se benefician de estas medidas y otros que no.
Por último hay que tener en cuenta que si se acaba por aplicar la jornada de cuatro días fundamentalmente en el sector público, tenemos que asumir que habrá que subir el presupuesto. Hay funcionarios dedicados a tramitar documentación, el funcionario de ventanilla, que tienen mucho margen para aumentar su productividad.
Sin embargo en otros casos, el sector de la sanidad, de la seguridad, etc. se presta un servicio público donde se tienen que realizar turnos y cubrirse una serie de horas. Y si se trabajan menos, se va a necesitar más gente, aumentando los costes.
Lo mismo podríamos decir de sectores como el comercio, donde se tienen que atender una serie de horas abierto al público. Es complicado de aplicar, aunque aquí ya se podría discutir si determinadas horas resulta o no rentable tener abierto para lo que se ha facturado.
En el caso de los autónomos sería peor todavía. ¿Quién va a ser autónomo trabajando seis días por semana más de ocho horas de media, cuando contratado por cuenta ajena son solo cuatro?