En los últimos meses, fruto de la desconfianza de los 'mercados' en la economía española, hemos asistido a una 'fuga de capitales' hacia otros países, lo que ha significado una menor cantidad de dinero en circulación en la economía, y también un adelgazamiento del dinero productivo al servicio de las empresas.
Por suerte, tras catorce meses de salidas netas, parece que esta sangría está llegando a su fin, porque según los datos que se desprenden de la propia Balanza de Pagos, que periódicamente publica el Banco de España, el pasado mes de octubre se produjo una entrada neta de capitales por valor de 31.000 millones de euros.
Sobre este dato son muchas las lecturas que se pueden realizar, bien puede deberse a una mejora de la confianza en nuestra economía, o tal vez a un movimiento esculativo de unos inversores ávidos de elevadas rentabilidades, que no se conforman con los bajos réditos que les dejan las inversiones en títulos de deuda alemanes.
Poco se conoce sobre el 'oficio' de este dinero, pero en cualquier caso siempre es mejor que esté a que no esté, ya que una salida neta de capitales supone menos inversión, y al fin de al cabo, menos dinero para las empresas en suelo patrio, tan necesitadas de este para mantener su actividad y para pensar en nuevos proyectos a corto y medio plazo.
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