Las grandes ciudades y los grandes centros comerciales ya hace días que dieron por inaugurada la campaña navideña. Y no hay empresa, por pequeña que sea, que no celebre la clásica Cena de Navidad.
Pero este evento social en la vida de la empresa es más importante de lo que en principio pueda parecer, y banalizarlo sería un error. La Cena de Navidad es un momento excelente para reforzar la comunicación en la empresa, y para transmitir a los empleados aquellos valores que, aunque puedan parecer poco importantes, son los que al final van a conseguir que el empleado se sienta a gusto en su empresa, se sienta parte importante de la misma, y se refuercen los lazos entre jefe y trabajador.
Es vital transmitir a los empleados, aun cuando a grandes rasgos, la situación de la marcha de la empresa, felicitarlos por su esfuerzo, tener unas palabras cálidas y hacerlos sentir importantes por un día, rompiendo la a veces necesaria barrera entre empleador y empleado.
Teniendo en cuenta que casi pasamos más tiempo con los compañeros de trabajo que con las propias familias, es importantísimo conseguir un buen ambiente de trabajo en la empresa. Y las actividades de este tipo, aunque no sea con motivo de la Navidad, sirven para reforzar ese buen rollo.
Los trabajadores españoles valoran el bienestar en su trabajo por encima de otros factores esenciales, como es el caso de la retribución económica que perciben.
El empresario siempre va a tener dos opciones: dirigir a sus empleados con voz de mando, o involucrarlos en un objetivo común, hacer que se sientan identificados con él y que no caminen detrás de él atemorizados, sino a su lado.
Siempre habrá quien piense que las Cenas de Empresa, especialmente las de Navidad, no sirven para nada y acudan a ellas por compromiso. Esto es síntoma de un ambiente de trabajo enrarecido, que abocará en una crisis tarde o temprano.
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