En la medida en la que el nivel de actividad de las empresas ha ido disminuyendo con la crisis económica, y se ha ido aumentando la presión fiscal a gran parte de las transacciones económicas, el número de trabajos abonados con dinero "B" se han multiplicado.
Esta situación se ha visto retroalimentada por un consumidor en crisis, que cuenta con dificultades económicas, y que tolera el fraude fiscal al entender que se trata de una manera de conseguir los bienes y servicios que necesita a un precio muy inferior al de mercado.
Para poner cifras a este fenómeno voy a apoyarme en un informe que acaban de publicar los técnicos de hacienda y del que se ha hecho eco el periódico Expansión, en el que se señala que desde el año 2008 el fraude fiscal ha crecido enormemente, pasando del 17,8 % al 24,6 % del PIB, y lo más preocupante, que no muestra síntomas de estabilización.
Este fraude afecta a todas las esferas de la sociedad y también a todos los sectores económicos, y parece ser que la única vía para que este pueda llegar a desaparecer pasa por endurecer las sanciones, porque por desgracia solo las sanciones económicas y administrativas suficientemente disuasorias son realmente efectivas.
En Pymes y Autónomos | Los módulos en el punto de mira del control del fraude fiscal Imagen | epSos