Mucho se ha hablado de la obligación que supone para las empresas realizar el registro horario. Fundamentalmente porque lleva asociado un trabajo burocrático que hasta hace muy poco no existía. Es una ley que además tiene como objetivo acabar con los abusos y las horas extras no declaradas, pero que también está generando consecuencias inesperadas, como las empresas que se dan cuenta que el trabajador les debe horas.
Porque si se siguen fichando además de entradas y salidas, las pausas, tal y como ha recomendado el Ministerio en su guía, algunas organizaciones se están llevando sorpresas. Las pausas que no están regladas por convenio, esos derechos adquiridos, como la pausa del bocadillo, la hora de la comida que se alarga o pausas para salir a fumar infinitas... hacen que las cuentas no cuadren.
Especialmente en aquellas empresas donde el presentismo es una norma, donde se va al trabajo pero no a trabajar, se puede dar el caso de que una gran parte de este tiempo se dedica a vida social, y una mínima parte a trabajar. Se está abonando una jornada de 8 horas que no se cumple.
También se está cotizando por una jornada de 40 horas semanales en la Seguridad Social y luego en los informes se destapa que se están haciendo 35 efectivas. ¿Qué debe hacer la empresa en este momento? En principio ajustar los horarios, limitar las pausas y que sea los propios empleados los que regulen su jornada para cumplir las horas establecidas.
Se puede obligar a que recuperen las horas perdidas, ya sean semanales o mensuales. En caso de tener momentos de acumulación de tareas combinados con otros de baja actividad se puede dar el caso de establecer una jornada irregular que permita ajustar los horarios a las demandas productivas de las empresas.
Lo que tengo claro es que las horas ya cotizadas a la Seguridad Social no se van a devolver aunque no se hayan trabajado. Además el empresario tiene complicado demostrar sin ese registro horario, que se han cotizado horas en exceso que luego no se han trabajado.
Por otro lado es una oportunidad para darse cuenta que lo importante es la productividad, no las horas trabajadas. Esperemos que muchas de estas organizaciones acaben por premiar a los empleados que finalizan las tareas asignadas dentro de sus horarios, no a aquellos que los prolongan hasta que se marcha el jefe y pasan más tiempo al lado de la máquina de café que ejecutando su trabajo.
Imagen | WerbeFabrik