Una empresa que tiene un centro de trabajo no abierto al público con 5 trabajadores, todos fumadores (menos el jefe) ha decidido permitirle fumar a todos los trabajadores en el desempeño de sus funciones laborales por la caida de productividad, estrés y falta de concentración que presentaban los fumadores cuando les atacaba el síndrome de abstinencia.
Estos trabajadores, comenzaron cumpliendo a raja tabla la Ley antitabaco, dejando de fumar en el propio centro de trabajo, con los condicionantes antes descritos; absolutamente todos son fumadores y no es un centro de trabajo que tenga atención al público. Con esta prohibición, estos trabajadores salían a echar el pitillo, cada cierto tiempo, cortando el flujo de trabajo, las consiguientes interrupciones y como vía para saciar el estrés acumulado.
Después de unos meses, el mismo jefe pudo comprobar cómo la productividad de los trabajadores había disminuido sustancialmente, cómo el ánimo y en la oficina estaba enrarecido, personas irascibles y fácilmente irritables que a la más mínima generaban una discusión. Básicamente se hacían latentes los efectos del síndrome de abstinencia de la nicotina.
Después de observar todas estas consecuencias y cómo los trabajadores no habían dejado de fumar ni pensaban hacerlo, el jefe decidió permitir fumar en el trabajo, saltándose la ley pero mejorando sustancialmente el entorno de trabajo para estos trabajadores.
Vaya por delante que este ejemplo es un caso puntual y real, no aplicable en la inmensa mayoría de los casos pero ahí queda la reflexión; si no conseguimos que los adictos al tabaco dejen de fumar, prohibir el consumo de tabaco sólo genera problemas para estos trabajadores y para las funciones que desempeñan.
En Pymes y Autónomos | Las cuentas del tabaco en las empresas, ¿Puede ser el tabaquismo pasivo una enfermedad profesional?
Imagen |