Cuando se acerca la Navidad y se empiezan a programar cenas de empresa es normal observar una serie de advertencias para comportarse de forma adecuada y que un exceso de alcohol o de confianza no acabe en un minuto con la reputación que hemos estado construyendo durante años. Pues eso mismo ocurre hoy en las redes sociales. Un solo minuto de irreflexión, de exabruptos o de insultos dirigidos hacia alguien pueden acabar incluso en un despido.
Este es el caso ocurrido ayer, donde un insulto muy grave, grosero, hiriente, maleducado y podéis poner todos los epítetos que deseéis acabó con el despido de dicha persona. Ninguna empresa quiere asociar su marca a un empleado que se comporta como un hooligan en las redes sociales generando un escándalo.
De momento esta persona se ha quedado sin trabajo. Aunque esté en duda si este tipo de comentarios pueden generar una acción disciplinaria por parte de la empresa. Pueden ser moralmente reprobables. También perseguibles en el ámbito judicial civil o incluso penal, pero raramente laboral.
Para ello la empresa debería tener un código ético en el que avise al trabajador que este tipo de comentarios, y en caso de relacionarse al autor con la empresa pueden sancionarse con una falta muy grave. De otra forma sería un despido improcedente y el empleado podría reclamar su reincorporación al puesto de trabajo.
Pero en este caso eso no es lo peor. La reputación de esta trabajadora será asociada a estos insultos ofensivos y, al menos durante un tiempo, es posible que ninguna empresa quiera verse asociada con ella. O dicho de otro modo, le espera una larga temporada en el paro.
A las empresas no les importa cuáles son nuestras ideas políticas, nuestra religión o de qué equipo de fútbol somos. Pero no les suele gustar que se asocie su marca con comportamientos radicales. No importa si eres o no un buen profesional. Es más peligroso para su balance de resultados ver su nombre como Trending Topic asociado a un comportamiento inadecuado que la labor de este empleado en su día a día en el ámbito laboral.
En Pymes y Autónomos | La delgada línea roja entre las redes sociales personales y el trabajo
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