El otro día hablando con un joven profesional me contaba con un punto de desesperación cómo se había ofrecido para realizar su trabajo gratis, sólo para demostrar que era un buen profesional y que le encargaran más trabajos en el futuro. Ni siquiera le habían contestado. Y es que si trabajas gratis nadie valorará tu esfuerzo.
Hace poco se abrió la polémica por ser becarios y no cobrar. A cambio de formación y de una marca, donde luego a la hora de iniciar su andadura por su cuenta tengan algo para atraer a la clientela. El problema es que muchas veces trabajan como uno más y no tienen un plan de formación adecuado.
En este caso tenía un punto más de crueldad, ya que se trababa de un profesional autónomo, que no se iba a integrar en la estructura de la empresa a la que realiza el ofrecimiento. Tampoco se beneficiaría en su formación, ya que su labor es complementaria a la que realiza la empresa. Es una forma de intentar captar al cliente.
Una cuestión diferente es si la empresa nos llegara a contratar. Al menos de esta forma, además de cobrar un pequeño salario tendríamos en nuestro curriculum el reflejo del tiempo que hemos estado en esta organización. Al principio de nuestra vida profesional muchas veces cuesta alcanzar la experiencia necesaria que luego nos de acceso a mejores puestos de trabajo.
En todo caso lo que no se puede hacer es trabajar gratis, porque en estos casos ni siquiera nos van a tomar en serio. Se menosprecia nuestro esfuerzo, nos pedirán 10.000 cambios que supondrán en muchos casos rehacer de nuevo el trabajo y cuando lo tengamos, tal vez volver atrás. No importa, nuestro tiempo vale cero, así que podemos estar así en bucle hasta que el cliente quiera o se canse. Nunca quedará conforme.
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Imagen | Ryan McGuire