Tengo un negocio. Podemos decir que en su sector en mi pequeña ciudad está bien considerado. Tengo buenos clientes que acuden a mi para comprar, no solo por los productos que tengo en catálogo, sino también porque les recomiendo de forma personalizada. Conozco a mis clientes, sus gustos y por eso parte de mi trabajo es hacer una selección cuidadosa de lo que voy a vender. Y no, no tengo redes sociales donde darle visibilidad a pesar de que muchos me insisten en ello.
No se trata solo de abrir un perfil, sino de alimentar de contenidos dicha red social y es aquí donde o quiero distraerme y pensar que por vender en internet voy a perder el foco de mi negocio. No conozco igual al cliente que se puede interesar por un producto en internet que al que acude de forma presencial al local, con el que puedes charlar durante un rato.
Las redes sociales para potenciar la venta, así intentan convencerme mis clientes
En mi tienda la estética visual tiene un componente importante. Es cierto que no todos mis clientes conocen las novedades que llegan. Por eso son ellos los que también me insisten en que las publique en redes sociales. Una foto o un pequeño vídeo, un par de etiquetas y listo.
Puede que muchos no lo vean, pero al final son una pequeña comunidad, donde la publicación puede llegar a través de terceros. Además hay otro componente añadido. El negocio está ubicado en un pequeño pueblo con bastante población flotante.
Esto hace que muchos de mis clientes no estén siempre. Pero si tuviera un perfil en redes sociales, vieran un producto que les gusta y quisieran comprarlo ya tienen la alternativa de esperar a volver para hacerlo de forma presencial.
La otra opción es pedirlo para que se lo envíe. Hoy en día para vender por internet ni siquiera se necesita tener una tienda online. Es cierto que hay un sobrecoste del envío, pero también que no resulta excesivamente caro.
Por qué comprar en una tienda en Alemania que no conozco y no en una pequeña en la que me fío del vendedor
El argumento que casi me ha convencido para abrir el perfil me lo dio un cliente que entró por la puerta. Quería un producto que estaba agotado y al día siguiente se marchaba. Me ofrecí a buscar el producto y si lo encontraba se lo enviaría.
Me pidió si tenía tienda online o perfil en redes sociales. Me indicó que le gustaba mi tienda, que lo que vendía y el tipo de productos que seleccionaba no solo le gustaban para él, sino que le solucionaban muchos de los regalos de amigos de cumpleaños que hacía a lo largo del año.
¿Por qué comprar en internet, dar vueltas y fiarme de una tienda de Alemania si se que lo que busco seguramente lo voy a encontrar en la tuya? Al final prefiero no perder tiempo, contactar contigo si he visto algo en las redes sociales que me gusta y que me lo envíes.
Y esto acabó por convencerme. He abierto el perfil, voy añadiendo contenidos y mirando el tiempo que me quitan de mi negocio. Y cuando esté seguro de que puedo mantenerlo abierto lo haré público y empezaré a buscar además del cliente local, este otro cliente que puede venir a comprar a una tienda pequeña de pueblo porque se fía de la persona que está detrás del mostrador.