Cuando nos disponemos a reflexionar sobre nuestras faltas y errores suele costarnos mucho hacer autocrítica, ya que en ocasiones nos cuesta dar nuestro brazo a torcer, e incluso sentimos vergüenza. Unos sentimientos que no contribuyen nada a nuestro crecimiento profesional y personal.
Aunque nos cueste, es muy recomendable hacer este ejercicio, y para ello no solo debemos fijarnos en los aspectos personales, sino también en el conjunto de decisiones que hemos tomado y que en gran parte, justifican las dificultades por las que ha atravesado nuestra empresa.
Un buen ejemplo para ilustrar esta reflexión es el recurso al crédito, respecto al que muchas empresas han recurrido en demasía, incluso para financiar sus gastos corrientes, lo que les ha llevado a padecer graves problemas financieros a causa de una dependencia excesiva, y que en muchos de los casos a llevado a muchas empresas a la desaparición.
Por tanto, cuando llegue el momento que el crédito vuelva a resurgir, debemos tener en cuenta cuáles han sido nuestros errores, aprovechando los esfuerzos financieros para acometer inversiones que nos aporten valor, y evitar por todos los medios que se convierta en una carga improductiva que ponga en riesgo el devenir de nuestra empresa al hacerla vulnerable en futuros escenarios de crisis.
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