En el mundo de la empresa y de las actividades profesionales siempre tendemos a pensar que los equipos más capaces, los empleados más eficaces, y en definitiva, los que realizan bien su trabajo, son los más recompensados y valorados en su entorno profesional. No obstante nos encontramos situaciones en los que este 'reconocimiento' no queda del todo claro, e incluso, en ocasiones representa todo lo contrario.
A este respecto me ha llamado mucho la atención un post que se ha publicado en Javahispano, en el que se describe la situación de un consultor que automatizó una serie de informes para la alta dirección de una compañía, y que su responsable de proyecto vetó su utilización para así poder seguir manteniendo los efectivos del proyecto, cuando las bondades de este trabajo permitían realizar el trabajo con un alto estándar de calidad y con la mitad de la plantilla.
Hablar de eficiencia profesional es un asunto complejo en estos tiempos tan convulsos en los que nos movemos, pero por mucho que nos pese, no resulta nada adecuado mantener ciertas ineficiencias que pueden lastrar el desarrollo y la competitividad de la empresa, y lo que es mucho más grave, llegar a anteponer el valor de quien en apariencia trabaja duro con muchas horas de trabajo, cuando hay equipos mucho más eficientes, que visualmente están más relajados, y que no necesitan trabajar fuera del horario laboral establecido porque son más eficaces y precisos.
El problema reside en que a día de hoy aún resulta muy complicado evaluar la competitividad y los resultados en un amplio espectro de profesiones. Y que esos flecos, se intentan manejar por algunos 'interesados' que debido a su menor eficiencia, e incluso una escasa profesionalidad, necesitan buscar argumentos como el trabajar más horas, o solucionar con mucha frecuencia ciertas herramientas cuando fallan, con el objetivo de justificar su propia inoperancia.
En Pymes y Autónomos | La eficiencia del trabajador es muy positiva, ¿por qué no alcanzarla? Imagen | Dustin Larimer