Soy un inútil, lo reconozco. Soy un inútil en muchos aspectos y en muchos ámbitos, pero en uno de los ámbitos donde destaca en gran medida mi inutilidad es las tareas manuales. Soy incapaz de hacer un dibujo más allá del dibujo que haría un niño de dos años, o soy prácticamente incapaz de cambiar una bombilla, por eso ni lo intento, si lo requiero, lo subcontrato, ¿por qué no hacer en la empresa lo mismo?, ¿por qué no nos centramos en lo que sabemos hacer?
No se trata de no querer aprender, no se trata de no querer mejorar, pero se trata de reconocer nuestras limitaciones y si algo esta meridianamente claro que no es lo nuestro, es mejor dejarlo estar que pegarnos golpes contra la pared hasta rendirnos exhaustos y doloridos. Yo sin duda pretendo focalizarme, y perfeccionarme en las cosas en las que se que soy bueno (si es que hay alguna), que no darme golpes en algo que se que por mucho que lo intente, nunca avanzaré.
Entonces ¿por qué en la dirección de nuestra carrera profesional, de nuestra empresa, en muchas ocasiones nos empeñamos en querer hacerlo y ejecutarlo todo? Sin duda a mi entender sería mucho más sano, eficiente y nos daría unos mejores resultados centrarnos tan sólo en aquello que sabemos hacer, y luchar por ser excelsos, por ser los mejores en ello, y por contra delegar, subcontratando o como sea, aquello para lo que no hemos nacido.
Evidentemente, si por ejemplo somos autónomos y gestionamos una pequeña actividad, puede que no nos salga rentable subcontratar o encargar que nos hagan determinadas tareas. En estos casos esforzarnos para en la medida de lo posible mejorar y poder hacerlo nosotros puede ser una opción, pero siempre reconociendo nuestras limitaciones, y siempre siendo conscientes que habrá actividades que nosotros no podremos hacer.
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