La imagen que acompaña al artículo, cortesía del economista Perpe, constituye una representación gráfica de cuál ha sido la magnitud de esta crisis, especialmente violenta con uno de sus agentes más afectados: las empresas.
Mientras el número de empresas afectados por procesos de quiebra se había triplicado en 2012 con respecto al inicio de la crisis, en 2013 la tendencia parece seguir siendo a un mayor número de quiebras. La herida no se ha curado, y año tras año tenemos que anunciar que, desgraciadamente, las quiebras empresariales siguen aumentando y nuestro sistema concursal no tiene capacidad de detener esta sangría.
Atendiendo a los datos desagregados, llama la atención que, a pesar de que el número de empresas dedicadas al sector de la construcción que están en quiebra sigue aumentando, su evolución es cada vez menor, a diferencia de las quiebras empresariales del sector industrial y comercial, cuya evolución es similar a la de años anteriores, o la de otros sectores, que han aumentado de forma notable.
Un problema que, evidentemente, es consecuencia de la falta de demanda y de la imposibilidad de acceder al crédito, pero también de un procedimiento concursal que no es capaz de lograr el objetivo de conservación de la empresa. Casi el 90% de procesos concursales acaba en quiebra, y solo poco más del 10% en convenio.
En cierta medida, existe una cierta responsabilidad del socio de la empresa que, en muchas ocasiones, no recurre a tiempo a un procedimiento concursal, que podría garantizar la conservación de la empresa y evitar la insolvencia.
En cualquier caso, nuestro sistema concursal debe garantizar, en la medida en que la situación así lo permita, ser un hospital donde las empresas puedan curarse, y un crematorio donde incinerar al muerto. Es un problema de todos, que supone una enorme destrucción de riqueza material e inmaterial, especialmente grave en nuestra situación.
En Pymes y Autónomos | Las quiebras empresariales se han triplicado desde que se iniciara la crisis Imagen | perpe.es