La tramitación con la administración suele ser compleja. Una de las promesas de la mayoría de los partidos políticos en las campañas electorales es la reducción de cargas administrativas para las empresas. Pero la realidad es que llegado el momento pocos cumplen. Hacer una administración más ágil es una tarea que necesitamos construir, no solo como una forma ayudar a las empresas, sino también a la propia administración. Y si buscamos una reducción de cargas administrativas, ¿por qué no empezamos con los ERTES?
Porque estamos en una situación crítica, donde el propio sistema se encuentra saturado, incapaz de adsorber las solicitudes de ERTE en el volumen actual. Y sin embargo cada vez que se negocia una prórroga, que hay algún cambio las empresas se ven obligadas a renovar solicitudes de algo que ya han pedido. Los empleados dejan de cobrar si algo no se ha hecho bien o al SEPE no le parece que se ha realizado como debería.
Y como esto lo podemos trasladar a cualquier otra administración, que todavía siguen solicitando documentación que ya fue aportada en su momento. Parece que en muchos casos lo que se busca es retrasar la tramitación, hacer que todo vaya más lento a ver si alguien se cansa y deja de "molestar".
Se necesita habilitar un proceso administrativo mucho más ágil. Lo mismo que siempre se nos dice a ciudadanos y empresas cuando nos quieren cobrar algo con lo que no estamos de acuerdo, primero paga y luego reclama, en este caso la administración debería seguir el mismo criterio. Al fin y al cabo tienen muchas más armas para reclamar ese pago al que finalmente no tenían derecho.
Y no tiene pinta de mejorar en los próximos meses. Tampoco podemos esperar que visto lo visto los políticos se pongan de acuerdo para reducir la administración y hacerla más ágil. Y con ello generar un ahorro que se pueda dedicar a algo más productivo.