Una de las razones por las que las empresas no gustan de adoptar los nuevos sistemas operativos nada más salir es el necesario periodo de adaptación que deben sufrir los usuarios durante el cambio. En muchos casos se piensa que la curva de aprendizaje de Windows 8, mejor pasarla en casa que en la empresa. De esta manera la productividad no se verá afectada o lo hará en menor medida con la adopción del nuevo sistema.
Se dan uno de esos círculos viciosos en torno a Microsoft y la empresa. Se utiliza Windows porque la mayoría de los usuarios ya están familiarizados con este sistema. Pero en el caso de Windows 8 hay una ruptura como no la habíamos visto quizas desde el cambio de Windows 3.11 a Windows 95. Y esto implica que el periodo de aprendizaje necesitará más tiempo.
Un cambio completo de entorno
El principal problema es la desaparición del escritorio tal y como lo conocemos, y la aparición de los "tiles". Se trata de un gran icono o pequeña ventana donde además nos mostrará información de la aplicación y es lo que nos encontramos nada más arrancar el sistema. Por lo tanto en la pantalla inicial podremos ver, por ejemplo, el número de correos pendientes por leer, las tareas previstas para hoy o las citas del calendario. Todo de un vistazo.
Podemos activar un escritorio clásico, pero tenemos que hacerlo en cada inicio de sesión y no podemos dejarlo por defecto. A esto se une la desaparición dos aspectos a los que los usuarios llevan muchos tiempo acostumbrados: la barra de herramienta y el botón de inicio no están presentes. Existen algunas soluciones que nos permitirán restaurarlos con algunas aplicaciones, pero si no van a volver a aparecer más vale acostumbrarnos a trabajar sin ellos.
Si a esto le unimos que la interfaz está pensada para su manejo táctil, ya sea porque tengamos una pantalla táctil o porque utilicemos dicha funcionalidad con algún periférico concreto, los ratones cambian para adaptarse a ella, tenemos una curva de aprendizaje bastante alta. Por eso a pesar de las buenas perspectivas de rendimiento del sistema muchas empresas tardarán en dar el salto al mismo.
Pero también en la administración del mismo
Pero los cambios también van en el entorno de administración. La nueva tienda de aplicaciones cambia un poco la forma que teníamos de instalar nuevos programas. Tendremos que ver cómo Microsoft habilita cuentas de empresa que permita instalar o usar un determinado número de aplicaciones de forma simultánea.
Pero también parece un sistema más pulido que Windows 7, sobre todo en el rendimiento, donde utiliza mejor los recursos, a nivel general. De esta forma se consolida la tendencia iniciada con Windows 7 que mejoraba los recursos utilizados por Windows Vista. En este sentido es una garantía de tener un rápido retorno de la inversión realizada.
Por último, Microsoft busca incentivar el paso al nuevo sistema con las ofertas de lanzamiento. Puede ser interesante para migrar equipos desde XP o Vista, con un precio de 40, sobre todo si los recursos de hardware del equipo lo permiten. En equipos antiguos quizá no tenga tanto sentido.
Por todo ello quizás muchos prefieren esperar un tiempo prudencial hasta comprobar que el sistema es estable y funciona correctamente, aunque con los cambios introducidos en las actualizaciones de Microsoft tal vez no haya más Service Pack en el nuevo sistema. De todas forma hay un año y medio por delante, antes del fin de Windows XP para que los usuarios de este sistema se adapten al nuevo.
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