Hay muchas consignas, casi como principios inquebrantables, que se han ido uniendo durante todo este tiempo al hecho de emprender un proyecto empresarial o una iniciativa personal. Una de estas es la que tiene que ver con la necesidad de dejarlo todo para iniciar un camino sin red o para lanzarse a la piscina sin más. Algo que siempre me pareció tan peligroso como falso.
Hoy, el especialista en estrategia y modelos de negocio Javier Megías publica en su blog un artículo con un sugerente título que trata precisamente sobre este argumento falso: “No te tires a la piscina... De cabeza”. “Nunca va a ser el momento perfecto para tirarte a la piscina y perseguir tu ida... así que no lo hagas”, explica y anima a ir poco a poco, a dar pequeños pasos y no grandes saltos.
No puedo estar más de acuerdo con Javier. Siempre se ha trasladado esa imagen del emprendedor como un ‘loco’ que, cual equilibrista, se lanza a recorrer un camino tortuoso y complicado sin red. Resulta casi una obligación y pareciera como si no se pudiera dar pequeños pasos para minimizar los enormes (e inasumibles) riesgos, personales y profesionales, que pueden surgir desde un principio.
Este mantra tiene dos consecuencias que pueden ser demoledoras:
- La fundamental es que desincentiva a quien tiene una idea y no cree que haya una forma menos arriesgada y algo más segura de convertirla en un proyecto consolidado. Pensar que se ha de abandonar el trabajo actual casi por obligación o que es casi imprescindible poner sobre la mesa los ahorros de los últimos años para ‘pensar en grande’ sólo hará que muchos desistan antes de empezar.
- La otra gran consecuencia es sobre los que, de manera un tanto inconsciente, pueden ser animados a lanzarse a la piscina de cabeza desde el trampolín sin haber entrenado antes, sin haber probado el agua y sin haber practicado.
Por supuesto que emprender el apasionante camino de hacer que un planteamiento se convierta en un proyecto tiene enormes sacrificios y también muchos escollos, de los que también hay que hablar. Pero no tantos como para pensar que no hay más alternativas que lanzarse sin red. Como comenta Megías, si tienes una idea, puedes empezar poco a poco, reduciendo los riesgos. Siempre estarás a tiempo de dar marcha atrás si fuera necesario.
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