Dentro de las peculiaridades de las empresas en España hay una que no tiene comparación con el resto de Europa. Se trata de los horarios de trabajo extendidos, donde se empieza a trabajar tarde, se hace una pausa para comer, a veces de varias horas y se acaba de trabajar tarde o muy tarde. Y esto es algo que poco a poco muchas compañías se han dado cuenta que no es la mejor política. Han implatado otros módelos de organización que fomentan una jornada contínua o incluso ahora, un modelo de teletrabajo híbrido, donde tanto trabajador como empresa salen beneficiados.
Pero este cambio de mentalidad no se consigue de un día para otro. Hace falta un tiempo, meses por lo general, para que todo el mundo cambie hábitos y costumbres que llevan arraigados durante años. Y esto suele generar rechazo al principio.
Los empleados que no querían la jornada contínua
Es conocido el caso de Iberdrola y su paso de la jornada partida y extendida a la jornada contínua. Las quejas de muchos de sus trabajadores en un primer momento se resumían en muchos casos en cuestiones como ¿qué voy a hacer ahora por las tardes si acabo a las tres? Todo el mundo tiene su vida organizada para bien o para mal en función de sus horarios de trabajo.
Por eso un cambio tan drástico como este requería de una adaptación que se llevó a cabo a lo largo del tiempo. ¿Qué ocurrió un año después? La mayoría de los empleados de esta compañía no querían ni oir hablar de volver a los horarios de antes.
La tarde libre les había dado la oportunidad de realizar actividades de ocio que antes no se podían plantear, pero además les permitía desplazarse por la mañana con menos atascos y salir a una hora donde, incluso en invierno, quedan horas de sol.
El caso del teletrabajo y su implantación en la empresa
Algo similar está ocurriendo con el caso del teletrabajo. Con las restriciones impuestas por la crisis del coronavirus muchos pasaron obligados a trabajar en casa. Un cambio demasiado complejo, tras toda una vida pegados a la silla de la oficina.
Cuando todo se normalizó un poco, muchos se dieron cuenta de los beneficios que podía tener trabajar desde casa. Otros, por el contrario, querían volver a la oficina cuanto antes. La ley del teletrabajo intentó regular cómo debían ser las condiciones de teletrabajo.
Empresas como Telefónica que propusieron a sus empleados dar el salto al trabajo desde casa no encontraron gran acogida. Tampoco en otras propuestas como la reducción de jornada y salario, para probar la semana de cuatro días.
Y sin embargo, pasado el tiempo se han dado cuenta que una fórmula de teletrabajo híbrido, donde una serie de días se trabaja desde casa y otros se acude a la oficina es una fórmula que contenta a todos. Tanto es así que en Telefónica se estimá que un 81,5% de la plantilla se acoge a esta modalidad. A la empresa porque el empleado no pierde el vínculo emocional con la compañía y los compañeros.
Para los empleados supone un ahorro de gasto y tiempo en desplazamientos, pero también la oportunidad de plantearse vivir en sitios diferentes, no tan cercanos a la gran ciudad, una vez que no tienen que ir cada día a su puesto de trabajo.
Falta el salto a la pyme
Pero no es tan sencillo en la pequeña empresa. Los horarios de atención al público, la carencia de medios técnicos o problemas organizativos hacen que en muchos casos sea más complicado.
Esto donde es posible, porque sectores como comercio, construcción u hostelería, que demandan mucha mano de obra no son propicios para teletrabajar. A lo más que aspiran en muchos casos es a tener una jornada continua que mejore sus posilidades de cociliar vida personal y profesional.
Por eso el teletrabajo híbrido o una jornada continua, unos horarios más racionales, son todavía asignaturas pendientes para muchas pequeñas empresas. Pero no hay consenso y es algo que se viene discutiendo desde hace años. No se cambian los hábitos de trabajo de la noche a la mañana.