El alquiler del local donde se ejerce la actividad supone uno de los principales costes de explotación de muchos negocios. Una buena situación, los metros cuadrados disponibles, las instalaciones, todo supone una valoración cuando se busca el local, que en muchos casos lleva a pagar entre 3.000 y 12.000 euros al mes a aquellos que están más valorados. Pero mantener estos costes con restricciones, estado de alarma y sin clientes es inviable. Por eso bajar el coste del alquiler es la petición desesperada de muchos negocios para sobrevivir.
La razón principal es que el local actualmente ya no tiene el mismo valor. Sigue teniendo los mismos metros, pero no se pueden utilizar por las restricciones de aforo, están bien ubicados, pero los clientes que pasean o transitan o trabajaban por la zona ya no están o han mermado mucho. Por lo tanto no garantizan los mismos ingresos que teníamos antes.
Llegados a este punto tenemos dos opciones, renegociar con nuestro arrendador, una rebaja para los próximos meses o de un año, hasta que comience la recuperación. En principio parece lo más lógico, si no tenemos esta bajada en el precio del alquiler difícilmente vamos a poder sobrevivir y en muchos casos será muy complicado que en medio de la crisis encuentre a otra empresa que alquile el local. Pueden pasar varios meses o tal vez más vacío.
Y no es rentable para nadie, ni para el negocio ni para el arrendador. Aun así muchos se niegan a cambiar las condiciones de alquiler o simplemente ofrecen una moratoria, algo que solo sirve para trasladar el problema a unos cuantos meses vista, sin tener un horizonte de recuperación económica clara.
Por eso muchas asociaciones empresariales de distintos gremios han puesto sobre la mesa que sea el propio Gobierno el que obligue a renegociar o rebajar dichos alquileres. Es la única manera de lograr para muchos un ahorro significativo que permita aguantar hasta el próximo verano y pasar el siguiente invierno esperando ya una recuperación plena en 2022. Este debería ser el calendario tal y como van las cosas. La otra opción pasaría por ayudas directas al alquiler para los negocios en problemas, algo complicado tal y como están las cosas que llegue a todo el mundo.
Pero esta regulación del alquiler de locales no es sencilla, aunque en algunas Comunidades Autónomas ya se ha tomado alguna medida. No es tan sencillo y el arrendador podría recurrir a los tribunales esta obligación que entra de lleno en la modificación de un contrato firmado. Quizás tendría más efecto la obligación de acudir a un mediador para renegociar el contrato de alquiler y llegar a un acuerdo entre las dos partes.