Una ley que entró en vigor el pasado mes de mayo que obligaba a registrar la jornada de los trabajadores se ha puesto en marcha tarde y mal. A pesar de los dos meses de moratoria para que las compañías pusieran en marcha sus sistemas, la realidad es que el primer día la mayoría empezó con papel y boli. Inspección de trabajo lo tiene claro, casi una de cada cinco empresas inspeccionadas no cumple con el registro horario.
Y esto teniendo en cuenta que había algo de manga ancha en el caso de que la empresa estuviera negociando con empleados o sindicatos la forma de poner en marcha dicho registro. También hay que tener en cuenta que el objetivo de la Inspección no es en sí mismo el registro. Esto solo es un instrumento para probar una jornada irregular.
Pero esto cambiará de cara al nuevo año, puesto que la Ministra de Trabajo ya ha anunciado que habrá una nueva campaña de la Inspección para 2020 que se va a centrar específicamente en el registro horario. Así que todas aquellas que están mirando para otro lado o poniéndose de perfil les toca ponerse al día con esta obligación.
La parte positiva es que las multas no son muy elevadas. Duele más al bolsillo de la empresa en el caso de que se detecten horas extras no cotizadas o se tengan que convertir contratos temporales en fijos y contratos parciales en jornadas completas por un exceso de horas.
Y mucho cuidado con falsear registros de horas, porque aquí si que se puede imponer una multa importante. No importa que el trabajador haya firmado las horas, o ayudado a falsear con un registro que no se corresponde con las horas trabajadas. La obligación de llevar correctamente el registro es de la empresa, no del empleado.
Y aquí lo único que puede cambiar el estado de las cosas es un viraje en las negociaciones para formar Gobierno, algo que parece poco probable. En todo caso habrá que ver si el actual equipo de trabajo se mantiene o no.