La escasez de chips está haciendo que, para los consumidores, sea una auténtica proeza conseguir una consola o una tarjeta gráfica. Pero su impacto va mucho más allá, ya que la crisis de los semiconductores tiene ramificaciones sobre otras industrias importantes de la economía española, como la automovilística o los electrodomésticos.
Los expertos ya han advertido que la crisis podría prolongarse hasta bien entrado 2022. Hay quien, incluso, se atreve a pronosticar que no será hasta 2023 cuando la situación esté más o menos resuelta. Y esta situación está poniendo en riesgo la tan esperada recuperación económica pospandemia.
Algunas empresas de coches como Toyota o General Motors se han visto ya obligadas a reducir la producción de coches en algunas fábricas debido a la falta de componentes, y Apple estima que podría perder entre 3.000 y 4.000 millones de dólares en ventas este trimestre por la escasez de chips, que está impidiendo que venda miles de iPads y de ordenadores Mac.
En España, la situación no es muy diferente. La crisis de escasez de chips ya se ha hecho notar en algunas fábricas tan importantes como Martorell, que ya ha anunciado un nuevo ERTE sobre su plantilla hasta que se resuelva la situación.
Las pymes también se verán afectadas por el efecto dominó
A pesar de que la mayor parte de componentes que se utilizan en la industria se utilizan por parte de grandes empresas, las pymes y los autónomos también están sufriendo la escasez de semiconductores, al menos de manera indirecta, ya que muchos de ellos trabajan para fábricas que hacen un uso intensivo de estos chips.
Otras empresas distribuidoras también han notado esta escasez de componentes, y se han visto obligadas bien a subir el precio o de ofrecer plazos más amplios a sus clientes para contrarrestar esa falta de chips. Un auténtico efecto dominó que ya se está sintiendo en toda la economía española.