Hoy es el día en el que muchos trabajadores inician su periodo de descanso en verano. Pero lo cierto es que una cosa es descansar y otra diferente irse de vacaciones. Sobre todo si esto implica salir de casa, ya que según Eurostats, algo más de cuatro de cada diez españoles no pueden permitirse una semana de vacaciones fuera de casa.
Los datos se refieren al año 2016 y la media europea se sitúa en algo menos de uno de cada tres, en concreto un 32,9% de la población. El porcentaje aumenta en el caso de tener hijos, que dificulta todavía más pasar unos días fuera de casa. Lo cierto es que es una estadística ligada a la coyuntura económica, dado que desde 2011 ha disminuido cinco puntos, desde el 38%.
Y lo cierto es que unas vacaciones sin salir de casa no se aprovechan de igual manera, al menos para desconectar. Un cambio de entorno es casi necesario para poder dejar atrás todo lo que supone el ambiente laboral. En el caso de los autónomos es una obligación, ya que si se quedan en casa, necesariamente acabarán por trabajar.
Lo mismo ocurre si trabajamos desde casa. La tentación en muchos casos es adelantar tareas. Y es un error, ya que en la medida de lo posible tener una desconexión del trabajo es necesario para despejarnos mentalmente y estar más frescos a la hora de realizar nuestro trabajo.
No hay más que ver lo que ocurre con las otras tres semanas del año de vacaciones. Si no nos vamos fuera, se acaban utilizando para hacer pequeñas reformas o mantenimiento en el hogar o aprovechamos para levantarnos un poco más tarde, pero poco más. No se logra cambiar el chip y dejar de pensar en los temas pendientes que dejamos en la oficina.
Las vacaciones suponen un cambio de entorno, de todo aquello que nos rodea, de lo que estamos acostumbrados a ver a nuestro alrededor. Pero también nos va a permitir ver cosas diferentes, captar nuevas ideas, o intercambiar opiniones con otra gente que nos pueden ofrecer soluciones novedosas para diferentes aspectos que tenemos que resolver en nuestro día a día.
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