La propuesta del comisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, de rebajar los salarios en un 10% de media con el objetivo de ganar competitividad, ha provocado lo que se veía venir: toda una cascada de reacciones en contra de la medida. Los agentes sociales, patronal y sindicatos, así como Gobierno y oposición han mostrado su enérgico rechazo ante lo que consideran un atropello.
Desde luego, Olli Rehn tiene razón: una rebaja salarial de esa magnitud ayudaría a crear empleo y ganar competitividad. Si reducimos los costes laborales, las empresas podrán contratar más barato, lo que les ayudará a reducir el precio relativo de sus productos o servicios. Sin embargo, la reducción de salarios puede llegar a ser más que contraproducente.
Y es que seguimos dando pasos en la dirección contraria. Los salarios ya se han reducido en un 6,5% y, aunque las exportaciones se han recuperado, la demanda interna ha caído en picado. No se puede tratar a la mano de obra como cualquier otro factor de producción. Si reducimos el coste del capital mediante, por ejemplo, una mejora de la tecnología, ese equipo capital va a seguir produciendo lo mismo que antes; es decir, su productividad no va a caer porque sea más barato.
Sin embargo, el factor trabajo tiene unas características especiales que no pueden tomarse a la ligera. España es uno de los países con una de las productividades por hora trabajada más bajas de toda la Unión Europea (68,5 puntos), y sin embargo somos, a su vez, uno de los países donde más horas anuales trabajamos: 1780 horas frente a las 1630 horas de Reino Unido, 1560 horas de Italia o las 1390 horas de Holanda.
Una rebaja de salarios no haría sino hacer aún más grande esa brecha, más aún si viene impuesta por el Gobierno de forma discrecional y aplicado a todos los sectores de actividad. Los salarios han de ser negociados libremente entre trabajador y empresario, y si es necesaria una rebaja salarial en alguna empresa en un momento determinado para ajustar los costes de la misma, así debería hacerse.
Ganar competitividad no significa, como creen muchos de nuestros socios europeos, rebajar los costes laborales. Existen muchas otras vías, como crear productos de buena calidad, alto valor añadido y alto componente tecnológico. Cuando se consiga esto, no solo no será necesario rebajar costes laborales, sino que, además, será posible disfrutar de salarios similares a los de los países de nuestro entorno.
Imagen | v_hujer En Pymes y Autónomos | El tan ansiado cambio en el modelo productivo está aún muy lejos de llevarse a cabo, Reducir salarios como fórmula para salir de la crisis: tan impopular como ineficaz