Con la crisis y la escasez de crédito tradicional han surgido como setas nuevos modelos de financiación empresarial. Crowdfunding, Crowdlending, el capital riesgo, el capital semilla o los Business Angels son términos que ya se han incorporado a nuestro lenguaje cotidiano.
Sin embargo, al igual que los modelos de financiación tradicionales tenían sus riesgos en forma de impagos, ejecuciones hipotecarias, listas de morosos o deudas de por vida, los nuevos modelos no están exentos de incertidumbres y fraudes que pueden mermar la viabilidad futura de nuestro negocio si no somos capaces de gestionarlos de manera adecuada..
En primer lugar, porque se tratan de modelos de financiación que, en su gran mayoría, carecen de regulación efectiva. Se trata de operaciones que se enmarcan en la llamada banca en la sombra, fuera del sistema bancario tradicional y con un marco regulatorio mucho más laxo. Esto puede provocar posibles fraudes ya que cualquiera que publique su idea en Internet o en una plataforma de captación de recursos se expone a ser copiado por otras personas con mayores recursos.
Por otro lado, tengamos en cuenta que la financiación alternativa no es, en ningún caso, altruista. El inversor exigirá en todo caso una contraprestación por facilitar los recursos necesarios para que el emprendedor pueda materializar su idea. Evidentemente, el inversor también asume un riesgo al aportar sus capital al proceso productivo, pero supervisará en todo momento el buen hacer de la empresa para obtener el máximo beneficio posible.
La innovación financiera progresa a la velocidad de la luz pero su regulación camina mucho más despacio. Pese a que ya se están haciendo esfuerzos para mejorar este punto, todavía existen muchos riesgos que debemos tener en cuenta a la hora de obtener recursos para comenzar nuestra actividad.
Imagen | Carolina L. Llano