El confort térmico representa una percepción por parte de los empleados respecto a las condiciones ambientales del lugar del trabajo, siendo el resultado de la fusión de los factores generales e individuales de cada puesto y persona. Estamos ante unos elementos que influyen sobre la salud de los empleados y que debemos tener en cuenta en el sector servicios, además de en el resto.
El confort térmico comienza a determinarse por la temperatura, pero se extiende a otros factores igual de importantes como la humedad, las corrientes o la calidad del aire. La correcta adecuación de los mismos, nos ayudarán a minimizar las bajas laborales por dichas causas, a aumentar la comodidad y el rendimiento, además de a construir una atmósfera de trabajo más agradable.
La lucha del cuerpo contra el medio
Nuestro cuerpo necesita consumir energía para desarrollar cualquier actividad y con ello genera calor. Es lo que se conoce como “consumo metabólico”. Cuanto más intenso sea la actividad física que se realiza en un trabajo, mayor será el calor generado por las personas que lo desarrollan, aumentando la sensación térmica del sujeto.
Podemos estimar que un empleado de oficina puede necesitar, de media, más de 1.000 calorías por jornada laboral, aunque esto puede variar de un sujeto a otro aún realizando el mismo trabajo.
Podemos hablar de confort térmico al equilibrio entre la temperatura ambiente y el calor generado por el organismo de un individuo. De este modo, cuando la temperatura de nuestro cuerpo es superior a la del aire que nos rodea, se produce una sensación de frescor o frío (según la intensidad) debido al calor que nuestro organismo cede al ambiente.
Al contrario sucede cuando nuestro cuerpo absorbe calor del medio al tener este una mayor temperatura, pudiendo llegar al sofoco y provocando sudores con el fin de mantener el cuerpo fresco.
En un principio, esta batalla entre nuestro calor y el del medio suele combatirse con ropa, ya que nos ayuda a mantener el calor de nuestro metabolismo o a eliminarlo. El problema es que muchas empresas disponen de uniformes con mala transpiración o no adecuados para la temperatura del medio, siendo incluso recomendable que se adapten a las épocas veraniegas o invernales, según se experimenten en cada caso.
Otro factor al que no se le suele prestar mucha importancia es a la humedad, que representa la concentración de vapor de agua en el ambiente. Tan importante es la humedad, que nuestro propio cuerpo la genera para defenderse de las altas temperaturas, pero cuando mayor es la existente en el aire, más difícil será refrescarnos mediante el sudor y mayor será la sensación de agobio y calor que sintamos.
En estas circunstancias uno ya estaría pensando en “que corra el aire”, ya que este nos ayuda a evaporar el sudor y a disminuir la sensación de calor. Eso sí, si la velocidad del aire es demasiado fuerte causando corrientes, no tardaremos en sentirnos incómodos e incluso en coger un buen catarro.
Medidas para garantizar el confort térmico
Por lo general no resulta demasiado complicado garantizar las condiciones ambientales en una oficina, pues se trata de un medio controlado. Para ello, lo recomendable es establecer temperaturas entre los 21 y los 27º, siendo la más recomendada la de los 24ºC. Por otro lado, la humedad debería estar comprendida entre el 30 y el 70%.
Eso sí, si nuestro lugar de trabajo cuenta con riesgos de electricidad estática deberíamos huir del aire demasiado seco y procurar que esté por encima del 50%, teniendo en cuenta que los aires acondicionados suelen disminuir la humedad del ambiente.
Si este es nuestro caso, lo mejor es minimizar el riesgo de electricidad estática mediante la adecuación del mobiliario, revisión de los circuitos del cableado, instalando materiales disipativos, etc…
Con lo dicho, tenemos que tener en cuenta el Real Decreto 1826/2009 por el que se regulan las condiciones de temperatura en los establecimientos de uso administrativo, comercial, etc… con fines de ahorro energético. En ella, se establecieron límites coincidentes con los mencionados en este artículo respecto a temperatura y humedad , así como indicaciones para evitar la creación de corrientes de aire en las puertas, por lo que además de ser un tema de salud laboral, hablamos de ahorro y de leyes.
Para asegurar todos estos puntos deberemos apoyarnos en termómetros y otros elementos de medición siguiendo las indicaciones legales en caso de existir en nuestro caso, además de en aires acondicionados, humidificadores … sin olvidarnos del sentido común.
Sentar a un empleado debajo del aire acondicionado (experiencia que, como muchos, he vivido en primera persona), es muy posible que le produzca resfriados, dolores de cabeza, cambios de humor, y una gripe “eterna”... así que una buena distribución de los puestos de trabajo es vital.
Está claro que, pese a lo comentado, en las oficinas siempre tendremos las guerras por el aire acondicionado… aunque deberíamos tener en cuenta que una cosa es el ambiente y otra los factores individuales que causan las grandes diferencias entre unas personas y otras. Además de subir la temperatura podemos ponernos una chaqueta.
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Imagen | Andres Rueda