Pasamos muchas horas con nuestros compañeros de trabajo a lo largo del día, muchas más de las que llegamos a compartir con nuestra familia o amigos, lo que nos lleva a establecer unos vínculos de confianza que muchas veces no son nada beneficiosos ya que tu empresa no debe saberlo todo sobre tu vida personal.
Compartimos nuestra vida con los compañeros de trabajo, pero esta información no queda estanca en la persona a la que se la transmitimos, sino que se va extendiendo y al final nuestros responsables acaban teniendo mucha más información sobre nuestra vida privada de la que nos gustaría.
Y no se trata de que sea información confidencial o secreta, simplemente pueden ser cuestiones personales que nuestra empresa no necesita conocer, como si nos cuesta o no llegar a fin de mes, si nuestra pareja se ha quedado en paro o le van muy bien las cosas en su trabajo, etc. Cuestiones de la vida cotidiana que a la hora de tomar una decisión en la empresa sobre nuestro puesto de trabajo pueden acabar por decantar la balanza hacia un lado u otro.
No hablamos ya de añadir a compañeros y jefes a nuestras redes sociales personales, donde no es el primer caso en el que se añade al jefe, luego nos olvidamos y se produce algún despido por un comentario incorrecto que hemos hecho en las redes sociales o porque la información que se obtiene o manifestamos en las redes sociales no corresponde con la manifestada en la empresa.
Es cierto que no podemos ser burbujas y a lo largo de los años acabamos por ir filtrando información poco a poco. Pero siempre es necesario mantener una parcela de privacidad que esté fuera del ámbito laboral, no confundir amigos con compañeros de trabajo.
En Pymes y Autónomos | Nueva sentencia sobre el despido de un trabajador por usar internet en la empresa para temas personales
Imagen | Craig Sunter