Cuando hablamos de productos alimenticios casi siempre tendemos a pensar que está inventado prácticamente todo, por lo que a priori el margen que manejan las empresas de sector para innovar es limitado. Pero a pesar de esta restricción es generalmente admitida, por suerte hay empresas que la desafían, pudiendo conseguir un producto del agrado de su público objetivo, o todo lo contrario, echando por la borda horas de esfuerzo, recursos y un potencial establecido.
Respecto a esto segundo, resulta muy curiosa una infografía que ha realizado el periódico El País, que se titula "Repostería incorrecta: pasteles que nunca deberían haber existido", ejemplariza de manera muy acertada a todas aquéllas empresas del sector de la alimentación que se han arriesgado a innovar nuevos alimentos, gustos o formatos.
En concreto, el factor que se ha comportado como denominador común en la citada infografía es el formato, algo que puede llegar a ser mucho más decisivo que el producto en sí o su sabor. Ya que de la forma en lo que lo presentemos, este se posicionará en un lugar u otro dentro de la cadena de distribución, y con una aceptación muy variada.
Evitar que un producto fracase, o dicho de otro modo, sentar las bases para que pueda triunfar es una cuestión compleja, en la que intervienen varios factores. Pero yo diría que deberíamos ser cautelosos a la hora de diseñarlo, evitando ser obsesivos con algunos de sus aspectos, y teniendo siempre presente que nos vamos a dirigir a un determinado nicho de mercado, lo que nos lleva a buscar un perfil medio, para desechar cualquier atributo que suponga la exclusión de una gran parte de nuestro público objetivo.
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Imagen | El País