En esta crisis, las franquicias inmobiliarias son las que más han notado el cierre por la caida en picado de las ventas y falta de un modelo de negocio diferenciador. Ahora, los franquiciadores, ajustan los modelos de negocio para seguir creciendo aplicando fórmulas más innovadoras y que representen menores costes para los franquiciados.
En esta línea, vuelven a resurgir una serie de enseñas que más que negocios con futuro podríamos definirlos como los negocios de la cresta de ola, se adaptan al mercado y se espera ganar dinero con ellos, al menos mientras dure el periodo de racionalización de gastos domésticos y el ahorro prime en todos los sectores. En esta líneas, se abren una serie de franquicias diseñadas para autoempleo puro y duro que en muchos casos no necesitan local estable, basta con un mero stand de ventas, se pueden desarrollar desde casa o incluso permiten la readaptación de negocios existentes.
Este tipo de negocios basan su modelo de negocio en productos low-cost, reciclaje o servicios a terceros que ofrecen una ventaja competitiva diferente frente a negocios tradicionales que no se encuentran integrados en una red vertical de distribución y permiten abaratar costes.
Los que se decidan por una franquicia de este estilo, deben analizar friamente el coste de la inversión y el plazo de retorno, sin perder de vista que el consumo está por los suelos y que los modelos de negocio low-cost o bajo coste no está garantizado que perduren de una manera eterna.
Tenemos que desconfiar de los negocios que se basan en los ciclos económicos, valga por ejemplo el mismo caso de las inmobiliarias y previsiblemente, los negocios enfocados al ahorro. Estoy seguro que una vez mejore la percepción económica, los niveles de ahorro y consumo doméstico volverán a unos niveles pre-crisis perjudicando aquellos modelos que sólo están basados en el precio.
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