Muchos autónomos pueden verse tentados a reducir su coste por hora en un proyecto para ajustar el presupuesto y finalmente ser los elegidos por el cliente final. Puede parecer una buena estrategia, pero en realidad no lo es. Hay que pensar en el número de horas que trabajamos cada día, pero luego de éstas, ver las que realmente dedicamos a nuestras tareas profesionales, las que son productivas.
Por lo tanto quedan fuera las que dedicamos a llamadas, contactos con clientes, facturación, impuestos, labores comerciales, etc. No estamos ocho horas al día dedicados a las tareas que luego facturamos. No es raro encontrar profesionales que de 10 o 12 horas trabajadas, las que cada día se facturan no son más de 5 o 6 en el mejor de los casos.
Tampoco reducir el número de horas que aparecen en el proyecto, que de facto implica una rebaja si sabemos que no lo podemos hacer en menos tiempo. Si sabemos que para este trabajo que nos pide el cliente necesitamos 10 horas y que no podremos trabajar más rápido, no pongamos que lo hacemos en 6 para rebajar costes.
Está claro que la competencia es dura, que a veces es mejor facturar algo, aunque vayamos a perder tiempo, que estar mano sobre mano. Al menos hasta que tengamos una base de clientes que nos permitan elegir. Pero es una mala política, que en todo caso no se puede sostener a medio plazo.
En todo caso, si tomamos esta decisión siempre hay que poner el coste real de las horas y el proyecto. Y luego si no nos queda otra que bajar precio efectuar un descuento. De esta forma el cliente por un lado es consciente del "regalo" que le estamos haciendo, pero nosotros también. De esta forma también evitamos que ante un segundo encargo en el que ya no hacemos descuento, el cliente se queje de que hemos subido precios.
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