Transparencia, al igual que innovación, es una de esas palabras que se repiten en numerosos foros y desde variados ‘púlpitos’, pero cuya puesta en práctica tiene aún mucho recorrido. En muchas ocasiones, las empresas no saben por dónde empezar. Y es aquí donde los ejemplos prácticos basados en experiencias de otros pueden ser muy útiles. Hoy traigo a estas líneas el de Buffer, una startup norteamericana que ha creado una aplicación móvil para compartir contenido en las redes sociales.
A través de este interesante reportaje publicado por la web 99U, focalizada en las buenas prácticas para poner en práctica ideas creativas, podemos descubrir algunos de esos secretos de una cultura basada en la transparencia en una firma que hoy por hoy tiene una decena de trabajadores.
Transparencia en el salario: la fórmula
Uno de los aspectos fundamentales en los que debería aplicarse transparencia es en el salario. En Estados Unidos, y aún más incluso en España, es un tema tabú en el grueso de las empresas. Por eso, en Buffer se plantearon a principios de este año cómo gestionarlo de forma que se hiciera partícipe a todo el equipo. ¿Lo primero? Una fórmula curiosa en la que hay variables en un total de cuatro apartados: tipo de trabajo, experiencia, localización y la posibilidad de obtener acciones en la empresa.
De esta forma, por ejemplo, un ingeniero cobrará 60.000 dólares al año, a lo que habrá que multiplicar por 1,1, 1,2 o 1,3 según la experiencia (intermedio, avanzado o master) o sumar una cantidad de dinero fijada por la ubicación en la que está el trabajador. Así, se contempla no sólo el nivel del trabajador, sino también el coste de vida que tenga. No es lo mismo vivir en Estonia, que hacerlo en San Francisco o Nueva York.
Junto a esta fórmula, la compañía ha instaurado la transparencia en todo lo referido al plano económico: ofrece de manera accesible (en una wiki interna) toda la información sobre salarios, acciones, ingresos y balances de la empresa, inversores, etc. Nada que esconder.
Apertura en todo lo demás
Ese carácter abierto y transparente se extiende también a las relaciones internas en la empresa y la filosofía. Su cofundador y ‘alma máter’ de esta política, Joel Gascoigne, mantiene una reunión personal con cada empleado una vez al mes. Los líderes de equipo la tienen cada quince días. Si hay cualquier problema o fricción, es apagada de manera rápida.
Y en este punto es curioso no se olvidan de fijar los valores de la empresa en una cultura muy particular y atractiva como empresa. Son ocho: elegir siempre la felicidad y el optimismo; transparencia por defecto; tener siempre el foco en el desarrollo personal; ser un trabajador sin ego; escuchar primer y después escuchar más; tender siempre a la claridad; reservar tiempo para la reflexión, y vivir más inteligente y no de manera más dura.
¿Es posible implantarlo en la pyme?
Es evidente que la política implantada por esta pequeña y joven startup tiene muchas posibilidades de obtener grandes resultados. Implicar a los trabajadores en todas las decisiones y en el devenir de la firma, establecer una cultura abierta y transparente en todos los rincones, crear un buen ambiente donde las fricciones sean resueltas de manera rápida y efectiva...
A simple vista no es algo difícil de hacer. O, al menos, no en la práctica. Pero sí que implica algo: un cambio de mentalidad enorme. Y eso es lo difícil. En muchas ocasiones necesitará una renovación generacional al frente de las empresas. En otras, una mayor concienciación. Sea como sea, es un reto que se ha de afrontar entre las pymes españolas.
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