En esta misma tribuna he planteado muchas veces mi visión del mundo de los negocios como la visión de un campo de batalla donde competimos y nuestro objetivo es ganar. Muchas veces he planteado el escenario de nuestro entorno empresarial como un gigantesco tablero de ajedrez cuya meta es derrotar al contrario, ¿pero quién es el contrario?
Probablemente llegaremos a una interesante conclusión si actuamos como si no existe contrario, a una interesante conclusión llegaremos, si llegamos a la conclusión de que el rey negro (o blanco) al que hemos de dar jaque mate no es a una empresa competidora nuestra, a nadie externo a nosotros. Llegaremos a una interesante conclusión si entendemos que a quien le hemos de dar jaque mate es a nuestros propios límites.
No nos engañemos, nuestro enemigo, nuestro rival, no es la empresa que nos hace la competencia, no son ni tan siquiera las leyes que nos encorsetan o los entes que nos presionan. Estos en todo caso serán realidades y sujetos con los que tendremos que lidiar. Lidiar compitiendo o aliándonos, pero nuestro auténtico rival, nuestra auténtica meta somos nosotros mismos, la meta de alcanzar nuestro lugar, de conseguir nuestros mejores resultados.
Yo no quiero ser el líder de ningún sector, yo no quiero ganar a ninguna empresa facturando más que ella, yo lo que quiero es lograr mis objetivos de facturación, de rentabilidad, tener la porción de la tarta que deseo, con la que pueda cumplir mis deseos y mis objetivos. Yo quiero competir contra mi mismo, para ser mejor cada día yo mismo, no para ser mejor que el de la esquina, y es que ya se sabe que nadie nos puede hacer sombra si nosotros somos nuestra propia sombra.
En Pymes y autónomos | David contra Goliat, ¡competir es posible! Imagen | equipocepsa