Que los clientes no entienden de horarios es algo que todos sabemos. Pero cuando trabajamos en condiciones normales apagamos el ordenador, cerramos la puerta de la oficina y aquí se acaba todo. Cuando lo hacemos teletrabajo no está tan claro. ¿Hasta cuándo hay que atender a los clientes si estamos trabajando desde casa?
Es algo que los autónomos están acostumbrados a gestionar. Porque si tenemos un teléfono encendido, los clientes nos pueden llamar, enviar mensajes y hay que tener en cuenta que para ellos todo suele ser urgente, no puede esperar hasta mañana. Y no es fácil encontrar el equilibrio entre no enfadar al cliente y que no abuse de nosotros.
La cuestión es que en muchos casos el empleado que tiene que trabajar desde casa muchas veces tiene que adaptar sus horarios, jornada o medios por lo que la cuestión de cuándo se cierra la oficina no es tan sencilla como cerrar la puerta. Y tampoco tenemos el criterio o la responsabilidad para decir a un cliente que este tema se puede revisar mañana o lo envíe por correo.
La cuestión es que esta comunicación, esta flexibilidad, muchas veces va en perjuicio del descanso o la capacidad para desconectar mentalmente del trabajo. Además se ha sentado un mal precedente durante el estado de alarma, donde trabajar a cualquier hora era la norma y muchas veces la evasión más tener la cabeza ocupada con temas laborales.
Con todo tenemos que pasar un proceso de reeducación a los clientes que están mal acostumbrados, que piensan que podemos trabajar a cualquier hora siempre que ellos necesiten de nuestros servicios. Y diferenciar también entre aquellos clientes VIP, que aportan a nuestra empresa un porcentaje importante de nuestra facturación, con aquellos que simplemente exigen como el primero, nos roban mucho tiempo pero realmente aportan poco a nuestra facturación.
En muchos casos no es fácil hacer entender que aunque estemos en casa y tengamos los medios para conectarnos, no podemos ponernos a mirar lo que nos pide a según que horas, por mucho que estemos con el ordenador al lado. Pero a veces se tarda menos en hacerlo que en razonar con según quien. Pero a la larga es un problema.