Personalmente y que yo sepa no tengo hijos ni pienso tenerlos pues siempre he odiado a esos pequeños monstruos, por ello no se puede decir que tenga gran conocimiento del mundo infantil ni interés en el mismo, pero de la poca observación que he tenido alguna vez de los susodichos con otros monstruitos (a veces incluso peores que los originales), es decir de la relación de los hijos con sus progenitores he sacado algunas conclusiones aplicables al entorno de la empresa y hoy quiero hablar de una de ellas.
Siempre me ha sorprendido aquel padre o madre que todo deseando que su hijo sea una gran estrella del deporte (más bien para garantizarse una buena jubilación que no por interés en el niño) le apunta en el club de futbol de turno y le acompaña semana tras semana a todos los polvorientos campos donde su hijo (por devoción o por obligación paterna jugará), y mi sorpresa se produce cuando en el transcurso de este saludable habito, al niño le pretenden enseñar o inculcar que “lo importante es jugar, no ganar”.
Y mi sorpresa llega al máximo cuando el predicante de enseñanzas tan bonitas como estas, grita y se enfurece como un energúmeno en la gradería porque su hijo pierde, y con ello ve como su pequeña creación deja de garantizarle la tan ansiada millonaria jubilación. Y todo ello más allá de la conclusión que podemos sacar de que debemos tener metas y objetivos realistas para no caer en el fracaso y la resignación, me lleva a la conclusión de lo falso de según que afirmaciones.
Falso como aquel que dice que en nuestras empresas y carreras profesionales no debemos obsesionarnos con el éxito, que no hay ganadores ni perdedores, que todos ganamos, que lo importante es el bien del equipo y no el personal, que participar es más importante que la victoria y más afirmaciones por el estilo, y ante todo ello yo soy muy concluyente, si todo eso es así, ¿porque habitualmente quien dice estas frases es el que pierde, el perdedor, el segundo, aquel del que no se acuerda nadie?
Ya me disculparan, pero mi sueño no es que mi empresa o yo como profesional es ser uno más en el sector, mi sueño no es jugar la partida, mi sueño es ganarla, mi sueño es ser el líder, el ganador, el que gana, lo de participar, lo de que todos ganamos lo dejo para los demás, yo prefiero ser el que mientras los demás cierran (eso si entre medio de bonitas frases y nobles aspiraciones) yo subo a lo más alto del podio.
Y no caigamos en el error de pensar que eso es tener una ambición desmesurada, o no saber perder, o no saber jugar en equipo, al contrario, la ambición es el hambre de ganar, el hambre que sirve de gasolina para tirar adelante. La derrota es la otra cara de la victoria, para ganar hay que estar dispuesto a perder, pero lo más importante para perder has de estar en disposición de ganar, y yo si pierdo quiero perder luchando por ganar. Y por ultimo y referente a lo de trabajar en equipo, por supuesto que se busca el bien del equipo, pero no nos engañemos tampoco, pues el bien común no es más que la suma de cada una de las victorias y logros personales.
En Pymes y Autónomos | La victoria (legitima) ante todo
Imagen | Jordan Pérez