Ganar un Mundial de baloncesto e intentar motivar en la pyme con las mismas herramientas, falta en ataque
Sí, hablo del Mundial de baloncesto que recientemente ha ganado la selección de España. El deporte rey para muchos es el baloncesto, un ejemplo de plasticidad, de dureza, de jugadas bonitas, donde cada punto es decisivo, al igual que cada jugador.
Cuando ves jugar a un equipo que parece una sola persona, donde nadie trata de destacar por encima del otro no sólo emociona o alegra como aficionado, además se observa una lección que ya conoces, que un buen equipo no es otra cosa que un grupo de personas donde el ego, la envidia, la mediocridad o la injusticia no existen.
El buen ambiente en un equipo no se genera, nace sin ayuda externa
Al menos, cuando la madurez de todos los miembros es absoluta. Y con absoluta quiero decir que no necesitan que ninguna tarea absurda les motive. Por una razón: les gusta lo que hacen, les gustan sus compañeros y así es fácil que el buen ambiente nazca de manera espontánea.
Un deporte no es igual a una pyme. Normalmente el deporte se practica porque detrás hay una carga emocional y pasional. Gusta practicarlo y es un sueño en ocasiones, cumplido.
Poder jugar a baloncesto si lo anhelabas de niño y convertirlo en una profesión es un sueño. ¿Trabajar en una empresa? Es totalmente diferente, por esta razón a veces resulta ridículo intentar llevar a una pyme el comportamiento de estos jugadores.
No siempre trabajamos en lo que nos gusta y si encima no cumplen derechos tan básicos como la conciliación o tener un sueldo digno, ya puede venir el entrenador de la selección a darnos una charla que si las condiciones no cambian no causará efecto alguno.
Si el sueño de tus empleados no es tu empresa, tratar de motivarlos como si fueran jugadores será similar a una falta en ataque
Antes de sacar la pizarra y diseñar una jugada, sé realista ¿tus trabajadores tienen el mismo objetivo?
Siempre leemos las mismas cosas: un buen ambiente laboral aumenta la productividad, favorece el compromiso, estimula la ilusión y aumenta nuestro bienestar emocional. Perfecto ¿pero real? ¿Cuántas empresas logran que sus trabajadores acudan cada lunes con cara de felicidad?
¿Las mismas que obligaron a sus trabajadores con la gota fría a acudir a sus puestos en Murcia, por ejemplo? De ahí que en algunas organizaciones les suene a chino el que para que todo vaya a la perfección debe existir algo tan evidente como esencial: empatía.
Generar orgullo para que un trabajador sí sienta que pertenece a un equipo
Esa es la clave en la pyme. No una cena esporádica. O celebrar fiestas rocambolescas con compañeros. El orgullo de pertenecer a una empresa que paga bien, trata ídem a sus trabajadores y no les ve como números sino como personas imprescindibles para que todo funcione, es la clave. Esa alegría forzada, no.
Un equipo se convierte en un grupo de amigos sin forzar por parte del gerente
Reconocer los méritos siempre y pagar un buen sueldo, ahí está la magia
A los jugadores de baloncesto les encanta su profesión y los que juegan en equipos grandes, cobran bien. ¿Cómo no van a ser felices? Disfrutan con su trabajo, son reconocidos y lo que más llama la atención es la humildad con la que se expresan, por ejemplo: Ricky Rubio, un líder nato y una persona que tiene los pies sobre la tierra.
Sus méritos son reconocidos públicamente y por su entrenador. En una empresa, no siempre sucede lo mismo y ése sería el fin para que todo fuera como la seda. Si un empleado es bueno, se le dedican unas palabras amables pero a veces, en cuanto se da la vuelta, un superior no puede tolerar que brille más que él y habla mal a sus espaldas. La envidia, el deporte nacional.
Pero al igual que hay empresarios que son buenos entrenadores, los hay pésimos (también jugadores/trabajadores) que no merecen dirigir una organización porque jamás lograrán que su 'equipo' ascienda y lo que es peor, se irán o ficharán por otras empresas donde sí se les reconozca por partida doble: sueldo y méritos.
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