Si algo hemos aprendido durante 2020 es que hay que estar preparado para afrontar situaciones en la empresa que nunca hubiéramos pensado que se podrían dar. La parte más dura de la crisis del coronavirus muchos piensan que ya ha pasado, pero la realidad es que los negocios deben prepararse para los diferentes escenarios que provoque la COVID.
Porque es fundamental estar preparados para mantener la actividad que sea posible incluso aunque se apliquen en nuestra área las medidas más duras, como podría ser la vuelta al confinamiento. Hemos visto como los rebrotes obligan a tomar decisiones que implican una vuelta atrás para la actividad económica.
Igual que los colegios y centros de educación tienen que preparar su curso con diferentes hipótesis para continuar su actividad lectiva, ya sea de forma presencial, semipresencial o telemática, las empresas tienen que plantear cómo pueden trabajar si hay una vuelta atrás hacia el confinamiento debido a un rebrote o segunda ola.
Porque en marzo a todo el mundo le llegó como una sorpresa. Pero ahora mismo es diferente. Y todos sabemos qué podemos encontrarnos y deberíamos tener previstos planes para hacer frente a diferentes situaciones. No se trata de hacer inversiones que supongan un gasto en estos momentos que las empresas están necesitadas de liquidez.
Pero si plantearse cómo vamos a trabajar, qué necesitaríamos llegado el momento o cómo podemos mejorar respecto a la situación provocada durante el estado de alarma. Un ejemplo, muchos bares no tenían montado un servicio para llevar antes de 2020, ahora casi todos promocionan esta alternativa y la dan a conocer a sus clientes. Lo mismo podríamos decir del reparto a domicilio.
Son cuestiones que no se pueden improvisar de una día para otro. Necesitan una logística, una organización para que salga bien. Puede que el otoño sea duro en muchas ciudades. Y la realidad es que es necesario facturar para aguantar hasta que en 2021 por fin se normalice la situación.