Muchas veces en las empresas tenemos en mente algunas mejoras que pueden suponer mayores beneficios, pero sin embargo esto nos supone una inversión. Es entonces cuanto todo se empieza a cuestionar. Mantener los gastos de explotación bajos es la prioridad para la mayoría, pero lo cierto es que sin inversión no hay mejoras en la empresa.
No se trata de cambios radicales en muchas ocasiones, sino más bien de mejorar la forma que tenemos de utilizar una herramienta, o renovar alguna por otra más moderna que sabemos con certeza que nos va a permitir trabajar con más rapidez. En este caso el retorno de la inversión está garantizado, pero aún así no se deciden a realizar la inversión.
El caso más sencillo es un cambio de ordenador, cuando un equipo tiene más de siete u ocho años y ya vemos que claramente está lastrando nuestra productividad. Cuando somos nosotros los que tenemos que estar esperando a que nos muestre por pantalla lo que hemos pedido. Lo mismo ocurre con la movilidad, donde hoy en día no es admisible tener que hacer las cosas dos veces, una en papel y otra con el ordenador porque no tenemos una inversión en movilidad que nos permita superar esta traba.
Y a pesar de ello muchas veces se intenta parchear con la mínima inversión, sobre todo cuando surge algún inconveniente grave, incluso en herramientas de las que depende por completo nuestro negocio. Esto a la larga nos supone un problema añadido ya que tenemos un mayor coste de mantenimiento para salvaguardar todos los datos ya que sabemos que en cualquier momento pueden fallar.
Sin embargo muchas veces esta necesidad de mantener los costes de explotación bajos choca de forma frontal con la posibilidad de utilizar software bajo el modelo de suscripción. El coste inicial disminuye mucho, pero si se echa cuentas sin tener en cuenta otro tipo de costes, pronto descubren que a la larga puede costarles más dinero, y esto acaba por no convencerles del todo.
Al final todo supone un problema, ya que tenemos muchas de las cuestiones que necesita nuestro negocio para ponerse en marcha pendiente de un hilo. No se trata de invertir sin tener claras las mejoras, pero tampoco de racanear en herramientas o sistemas básicos para el funcionamiento de nuestra empresa.
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