No importa el sector, ni el número de miembros de la empresa, la palabra reunión es la más temida por todos. Sobre todo, cuando no interpretamos bien su significado. En un país tan social como éste, donde al final, todo acaba llevándose a un terreno más personal y cercano, la tentación de hablar sobre temas ajenos al motivo de la reunión es fácil.
Si nos consideran un país poco productivo y empleamos muchas horas en trabajar ¿qué falla? En ocasiones un horario del que no somos responsables, pero en las reuniones sí tenemos ese poder, el de decir: "Tengo media hora", y cumplirlo.
La planificación y no temer decir que el tiempo se ha acabado
Algunos clientes creen cuando quedan con nosotros que su proyecto es para el único que trabajamos y no saben respetar los tiempos. Tras hablar de lo que les interesa, suelen relajarse y profundizan en temas de corte personal. ¿Cómo decir con tacto que su tiempo se ha agotado?
Sencillo, diciéndolo. Lo que no es de recibo es soportar más de una hora y media una conversación salpicada de pinceladas personales que no nos aportan nada. No significa que no seamos empáticos, pero lo que está juego además de nuestro tiempo es nuestra imagen:otro cliente espera y se merece el mismo respeto.
Una reunión de trabajo no es una reunión de amigos
El objetivo de una reunión de amigos es: divertirse. La de trabajo: obtener beneficios para ambos. De nada importa el soporte (si es vía internet) si al final esa reunión se alarga más de una hora.
Si el tiempo antes era oro, ahora todavía más si cabe. Somos un país donde el presentismo es obligatorio pero, a la vez, se nos exige realizar más de una tarea y por ello, todo debe fluir con rapidez. ¿Qué sentido tienen entonces las reuniones que no nos dejan producir y cumplir con nuestros objetivos?
Acudir a una reunión sin un guión, sinónimo de peligro: hoy llegas a casa sobre las nueve de la noche
No todo es responsabilidad del cliente, en nuestras manos está el llevar un guión con los puntos a tratar en esa conversación. Sobre todo nada más sentarnos a la mesa. Así, si por alguna circunstancia se tuviera que cancelar, todo quedará resuelto.
Una reunión debe traducirse en un beneficio no en un obstáculo para ninguna de las partes. Practicar la escucha activa, anotar todo lo que se diga, o si es posible,grabarlo será lo ideal para que al cabo de unos días no comencemos a intercambiar correos porque algo no quedó claro en la reunión.
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