No hay mejor carta de presentación que un buen servicio. Y más en el caso de los profesionales freelance. Durante los últimos años se han multiplicado los consejos sobre cómo mejorar tu reputación o cómo medirla. Y no hay duda de que es necesario tomárselo realmente en serio. Pero, no hay que despistarse sobre lo importante: sin un buen producto, sin algo bueno que ofrecer, no habrá paraíso de la reputación.
En estas mismas líneas, se ha tratado el asunto de la reputación online de la empresa y su adecuada gestión. En un artículo hace unos meses, la compañera Joana planteó con acierto varios consejos para gestionarla y mejorarla, entre los que destacan la escucha ante las críticas y la humildad. En el caso del freelance, una suerte de compañía unipersonal, no debería cambiar mucho.
Desde siempre, las empresas (y los profesionales) han contado con una buena imagen entre sus clientes y en su sector gracias, fundamentalmente, a que lo ofrecido colma las expectativas de quien está al otro lado. Una imagen impecable o una cargada de duras críticas son el resultado del trabajo diario.
Por supuesto que hay que tener las claves para saber cómo actuar ante las reclamaciones, ante los comentarios negativos, ante las dificultades... Pero antes de todo eso hay que buscar la excelencia en el día a día, seas freelance, empresa o autónomo, porque eso allanará enormemente el camino para lograr esa ansiada buena reputación.
Es cierto, la perfección no existe. Siempre habrá algo que mejorar y reputación que corregir. Pero el objetivo no debe ser concentrar los esfuerzos en mejorar la reputación, sino en conseguir el mejor producto posible, para que esa buena imagen entre usuarios y clientes sea algo lo más natural posible.
Sin buen producto, no habrá paraíso de reputación.
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