Viendo las estadísticas de fin de año, un clásico en todos los informativos, queda claro que las redes sociales han llegado para quedarse. Hoy en día parece raro, especialmente en ciertas franjas de edad, que alguien no tenga Facebook, Twitter, Instagram o cualquier otra que se os ocurra. Por eso muchas empresas se lanzan a crear sus propios perfiles, pero o trabajamos bien en las redes sociales de la empresa o mejor no tenerlas.
Porque para sorpresa de muchos, mantener la red social de la empresa implica un trabajo, una serie de horas que tenemos que dedicar a esta cuestión y no valen atajos. Si además no tenemos grandes conocimientos de comunicación lo más probable es que acabemos cometiendo errores que afecten a nuestra reputación en Internet, lo que incluso es peor que no tener presencia en redes sociales.
El error más grave que podemos cometer es manejar las redes sociales de la empresa como si fueran personales. Es un instrumento de comunicación corporativa, y por lo tanto ciertas cuestiones no deben tener cabida. Opiniones políticas o religiosas quedan fuera de lugar. Y aquí es complicado en el caso de perfiles personales que se asocian a empresas. Por ejemplo, el CEO de una empresa, que tiene su perfil en el que puede manifestar sus opiniones, pero que todo el mundo asociará a su organización.
El trabajo que suponen las redes sociales implica que no podemos abandonarlas. No se trata de una newsletter que se envía a los clientes y suscriptores y aquí acaba la cosa. Hay que interactuar, el cliente que nos sigue espera una respuesta si nos hace una pregunta. Esto no implica que estemos todo el día pendiente de las redes, pero si que revisemos periódicamente. El tiempo variará en función del número de interacciones que tengamos.
Si hemos logrado una comunidad de seguidores fieles es importante tener herramientas profesionales que nos ayuden a ahorrar tiempo. De otra forma tendremos un problema, seremos ineficaces y se nos pasarán muchas cosas por alto. Las redes sociales pueden ser un buen termómetro para tomar el pulso a los clientes, no debemos desperdiciar esta oportunidad.
Por último es fundamental ofrecer valor en nuestras redes sociales. ¿Qué damos a los clientes, reales o potenciales, para que nos sigan? Si vamos a realizar una aburrida comunicación corporativa, mejor lo dejamos y seguimos utilizando los canales habituales. Hay que dar un buen motivo para que nos sigan, ya sea aportando conocimiento, demostrando por qué somo expertos en determinados productos, etc.