Trabajar desde casa puede ser ese trabajo con el que no soñabas, pero es una opción más. Parece complicado establecer una relación cercana y que la comunicación sea fluida entre los compañeros y los jefes, cuando cada uno tiene ubicado su espacio laboral en una ciudad diferente a la tuya, o incluso en otro país.
Un repartidor me dijo el otro día que no sabía cómo aguantaba el hecho de trabajar en mi casa. Que lo que a él le producía más satisfacción era cumplir con su jornada y saborear el llegar a casa. Y tenía mucha razón, porque si tu lugar de descanso, tu hogar y también un nido de distracciones es tu pequeña oficina es complicado sentir que formas parte de un equipo.
Hacer equipo en la distancia, cuestión de comunicación
Herramientas para que la comunicación sea fluida a través de internet hay muchas, pero la esencia de ese diálogo a través de las pantallas radica en la intención. Y si la intención es la de compartir órdenes, pero a la vez, interesarnos por cómo les va al resto de compañeros, no importa el vehículo.
Los freelances saben mucho de estas cuestiones. En ocasiones, puedes colaborar durante años con el mismo cliente o una empresa y al final, es cuestión de las dos partes que se consolide esa relación. Las ventajas son para ambos: un mejor trabajo final, confianza para pedir una modificación e incluso la posibilidad de estrechar lazos a nivel personal, si se da el caso.
El respeto se logra a golpe de palabras
Si al terminar un proyecto, el silencio inunda tu bandeja de correo o cualquier aplicación que emplees para comunicarte con tu superior o compañeros, tal vez sientas que a nadie le importa tu esfuerzo o dedicación.
Trabajar en soledad desde tu casa, puede magnificar las situaciones. Y un buen equipo, a pesar de la distancia y de las ocupaciones, encuentra un par de minutos para felicitar al compañero.
Por supuesto, si a nivel personal surge cualquier imprevisto, será ahí cuando se demuestre que un equipo es sólido si muestra interés por cómo se encuentra el trabajador. No importa que éste se encuentre en la otra punta del mundo.
Jefes y compañeros físicos de los que sólo sabes el nombre
Como en todo, generalizar conlleva injusticias, pero a quién no le ha sucedido el pertenecer a la plantilla de una empresa y que allí no te saluden con un buenos días al entrar.
Por no hablar de compañeros, que no saben ni qué haces ni el tiempo que llevas trabajando en el negocio. Aunque parezca increíble, estos casos se dan.
Por lo tanto, la distancia no debería ser un impedimento para que a través de correos, de una llamada puntual o de la manera que se desee, un equipo esté más o igual de consolidado que otro que se ve las caras todos los días. Es cuestión de voluntad y de comprender que detrás de una pantalla hay una persona, no un robot.
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