Un estudio realizado por axesor refleja que el 96% de las empresas que entran en concurso de acreedores se acaban liquidando. El procedimiento concursal, que se diseñó como una vía que ayudara a las empresas en dificultades a buscar una alternativa viable a su situación se convierte, por tanto, en la última vía que desemboca en la desaparición de la empresa.
Según el estudio, el motivo principal de esta conclusión es que las empresas recurren a este procedimiento cuando prácticamente no tienen posibilidad de salida y ya es demasiado tarde, pero además el propio procedimiento tampoco ayuda a que la conclusión del mismo sea positiva.
También podemos pensar que detrás de esta situación pueda estar la configuración empresarial española. Recordemos que más del 90% de las emrpesas en España son micropymes, muchas de ellas con una precaria estructura que ante cualquier dificultad financiera no tienen capacidad de reacción.
Generalmente una empresa puede verse abocada a solicitar el concurso, debido a estar en situación de insolvencia, por causas internas a la empresa, propias de esa estructura empresarial o de problemas en su modelo de negocio, o externas, la situación de su mercado, morosidad de sus clientes, etc.
Tanto en un caso como en el otro las posibilidades de salida se reducen cuando la empresa tiene un tamaño menor, una estructura financiera que depende más de terceros (financiación o inversión) que del propio negocio y su mercado está limitado, excesiva dependencia del mercado interno y poca capacidad de internacionalización.
Respecto al propio desarrollo del procedimiento concursal, éste ha sufrido ya tres reformas desde su creación y no parece que hayan servido de mucho. Lógicamente si las empresas acuden al concurso cuando la situación es insostenible las posibilidades de éxito se reducen considerablemente, pero el desarrollo del mismo tampoco ayuda a que los empresarios lo consideren como útil para recurrir antes al mismo.
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