La empresa no debería endeudarse o en el peor caso arruinarse para salvar vidas
Para muchos negocios que sufren restricciones en su actividad cada vez que observan como la curva de contagios repunta tiemblan. Porque significa que van a volver a cerrar o, peor aún, que ven como su reapertura se pospone. Esto tiene unas consecuencias económicas terribles y es el fruto de todas las polémicas. Porque la empresa no debería endeudarse o en el peor caso arruinarse para salvar vidas.
Porque al final de esto es de lo que se trata. Nadie quiere que por tener abierto un bar, una tienda, un teatro, alguien tenga que morir. Pero tampoco que salvar vidas implique su ruina económica o un endeudamiento que comprometa el próximo lustro. Y es lo que ocurre en muchos casos.
No hay dinero suficiente para compensar cierres obligatorios
El problema está sobre todo en los gastos de explotación del negocio. ¿Cómo los cubrimos si no podemos abrir libremente? Porque una cosa es no generar beneficios y otra diferente no generar deudas. Si un empresario no puede abrir y tener el cierre puesto le cuesta X miles de euros al mes, es esta cantidad la que debería cubrir el estado. Luego a nivel personal según haya cotizado que se le pague el cese de actividad, sin excepciones no como ocurre ahora.
Hay una diferencia entre que no haya clientes y que no se pueda abrir o nos limiten los horarios. Mientras un taxista, por ejemplo, puede seguir ejerciendo su actividad, pero no tiene ni la mitad de clientes que otros años, un restaurante o un puesto de mercadillo no puede ejercer con libertad su actividad, aunque tenga también la mitad de clientes que otros años.
Y es aquí donde si que surge el problema entre economía y salud. No hay dinero para cubrir los cierres en este tipo de condiciones. Y se exige a los empresarios que lo hagan por su cuenta. Se puede sobrellevar esta situación unos cuantos meses, pero alargarla a más de un año va a ser imposible para muchos negocios.
Los empresarios no tendrían que elegir entre ser héroes o mártires
Especialmente complicado será para aquellos que tengan unos gastos de explotación más costosos. No es lo mismo tener un restaurante especializado en comida a domicilio, que un restaurante de servicio en mesa ubicado en una calle principal de la ciudad. No es lo mismo que tengamos un local en propiedad que tener que pagar una renta de alquiler.
Seguro que con este horizonte temporal más de uno se arrepiente de no haber cerrado y liquidado su negocio antes de entrar en pérdidas. Porque podrían haber vivido un año de sus ahorros y después montar un nuevo negocio, pero sin la mochila de las deudas acumuladas.
Se nos pide ser responsables, pensar en los demás, ayudar a acabar con el virus. Pero ¿qué pasará mañana cuando todo acabe? Muchos negocios habrán cerrado y otros tendrán una deuda encima que les costará soltar muchos años. Además el panorama que se avecina con subidas de impuestos no es precisamente el más esperanzador.
Imagen | RyanMcGuire en Pixabay